He escrito en varias ocasiones reflexiones referentes a la vejez y al envejecimiento, pero siempre aparecen en mi mente nuevas ideas, nuevos pensamientos que me invitan a volver a reflexionar sobre un destino tan deseado como rechazado.
Llegados a mi edad debemos de ser conscientes de que, si la bondad divina nos premia con una larga vida, nos quedaría por vivir, a lo sumo, la mitad del tiempo que ya hemos vivido, y ello es tranquilizador si tenemos la suerte de que tan larga existencia la vivamos con salud física y mental, lo que es improbable a partir de los 90 años.
Más realista sería pensar que podamos alargar nuestra vida un tercio de lo ya vivido, entre achaques y desmemorias.
Y ya sería una vida generosa en su amplitud.
Sin embargo, el gran reto es llegar a esas edades con un cuerpo sano y una mente despierta, pues en caso contrario no seríamos ancianos, sino “dependientes” y eso sí que es una mala jugarreta del destino, tanto para nosotros mismos como para nuestros familiares.
Si el destino nos premia con una vida prolongada con salud e integridad intelectual podremos continuar disfrutando de nuestra existencia.
En caso contrario la vida no merece la pena ser vivida, pues si el problema es físico lo sufriremos como una maldición, pero si el problema es mental haremos que nuestros familiares se sacrifiquen por nosotros, o bien acabaremos en una residencia de ancianos esperando la muerte sin tener verdadera conciencia ni tan siquiera de nuestra propia vida.
Ya Erasmo en su “Encomio de la Estulticia” nos dice que:
“La vejez es un momento molesto tanto para los que lo sufren como para los que conviven con ella. Ningún mortal sería capaz de soportarlo si Estulticia no estuviera allí para devolverlo de nuevo a su infancia. En este sentido, hay gran parecido entre los niños y los ancianos: ambos divagan y tontean.”
Aunque hay autores más benevolentes como Cicerón que consideran que
"La vejez está siempre en primer plano. Todos se esfuerzan por alcanzarla y, una vez conseguida, todos la culpan de sus males. ¡Tanta es la necedad de la extravagancia."
“La vejez es el final de una representación teatral de cuya fatiga debemos huir, sobre todo y especialmente una vez asumido el cansancio. Quieran los Dioses que lleguéis a ella, y que la podáis experimentar y comprobar por vosotros mismos que puede ser apacible y placentera y que no son inevitables los males que se le atribuyen.”
• La incapacidad para la gestión de los negocios —pues la experiencia suple a la fuerza en la dedicación a cualquier negocio—.
• La incapacidad para sentir placeres —pues no se puede olvidar que el cuerpo puede sentir diversos placeres, y no solo el placer sexual, pues la lascivia no es virtud sino vicio—.
• La incapacidad para mantener la fuerza de la juventud —pese a que cualquier hombre juicioso no la echa de menos, pues se conforma con los esfuerzos de la mente y el espíritu—
Así que, en definitiva, si en la vejez nos acompañan el cuerpo y la mente sanos, podremos vivirla con sosiego y felicidad, ello siempre que tratemos de disfrutar cada momento que nos corresponda, sin hacer revisión de nuestro pasado, pues nuestro espíritu crítico nos llevaría a rememorar todos nuestros errores y malos momentos por encikma de los buenos, con el peligro de vernos arrastrados por la melancolía y la depresión.
Y terminemos esta breve reflexión con una nueva pieza musical, en esta ocasión "Para mi viejo" del payador argentino Nelson Luna, que resume la conciencia del efecto del envejecimiento en su padre, en la preciosa estrofa:
"Que se te viene la noche
y se te está yendo el día."
Cada día es un milagro, especialmente cuando nos vamos haciendo mayores, la vejez no es sino un peldaño más que subir en el tránsito de esta corta existencia del ser humano. Subámoslo con ilusión y agradecimiento pensando que algo habremos hecho de bueno para que nos recuerden. Si dimos mucho amor, se nos tornará de vuelta; si fuimos unos mal nacidos, recibiremos el mismo pago. Pero si nuestra vejez viene acompañada de enfermedad, ofrezcamos nuestro sufrimiento por una causa mayor. En cualquier caso, vivamos al día y no pensemos en ello demasiado, procuremos ser felices aquí y ahora. Buen dia.
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