“Ni un seductor Mañara,
ni un Bradomín he sido”
Antonio Machado
Cuando
uno se encomienda a la memoria con el fin de hacer un retrato de juventud,
suele ocurrir que se mezclan recuerdos e imaginaciones que tratan de explicar
retazos de su vida.
De
este modo, en ocasiones, aquello que creemos un recuerdo se confunde con el
contenido de una historia escuchada, o sucesos conocidos de las vidas de otros,
aunque los incorporemos a nuestra memoria como vivencias propias.
En
otras ocasiones se produce el efecto de la "Magdalena de Proust" y
cualquier olor, sabor, o melodía, nos retrotrae automáticamente a sucesos
acaecidos en nuestro pasado.
Pero
dentro de todo este proceso de memorización y recuerdo de nuestro pasado, me ha
llamado especialmente la atención el llamado “Síndrome de Memoria Falsa”, que
implica la evocación de hechos cuya existencia sólo es reconocida por la
persona que los evoca.
Es
decir, se trata de recuerdos de hechos
que no han ocurrido realmente, o cuya memoria han sido distorsionadas de manera
importante.
Este
”Síndrome” no es reconocido hoy en día por las organizaciones internacionales
especializadas.
No
obstante, el síndrome de memoria falsa cada día está más presente en
investigaciones científicas y legales, como consecuencia de distintas polémicas
y controversias generadas en dichos contextos, y como consecuencia de la
profundización de los estudios sobre el funcionamiento de la memoria.
Las
más modernas teorías psiquiátricas consideran que nuestra memoria no trabaja
como un disco duro que almacena y esconde recuerdos.
Muy
por el contrario, y como ya he adelantado en los párrafos iniciales de esta
reflexión, nuestra memoria es más bien un sistema reconstructivo y reproductivo
que se construye y modifica con el paso del tiempo y a través de nuestras
propias narraciones, interacciones y experiencias, por lo que está sujeta a
errores y distorsiones.
Tales RECUERDOS FALSOS pueden ser:
a.-
Espontáneos, es decir como mero resultado del complejo funcionamiento de
nuestra memoria
b.-
Implantados, o resultado de la asimilación de una información falsa, que se nos
presenta por un tercero de modo coherente y lógico con los esquemas de memoria
de cada persona y con el efecto de generar tales recuerdos falsos.
Por
ejemplo, la psiquiatra Janet Boakes (1999), quien es una de las pioneras en los
estudios sobre el síndrome de la memoria falsa, sugiere que este síndrome ocurre en
gran medida como consecuencia de la sugestión producida a los pacientes en el
contexto psicoterapéutico como consecuencia de las creencias del paciente y la
influencia del profesional gestor de tales procesos psicoterapéuticos.
A los efectos de este POST, tan solo me interesan los “recuerdos falsos espontáneos”, que son los que se producen en la mente de las personas digamos “sanas”, es decir, no sometidas a terapias psicológicas.
Y son estos RECUERDOS FALSOS
ESPONTÁNEOS los que articulan en la memoria de todos y cada uno de nosotros,
esas autojustificaciones, esas "amnesias" voluntarias, que tratan de justificar
ya una vida que en su conjunto consideramos así muy positiva, o falsas
experiencias traumáticas que, inexistentes, justifican nuestras decepciones,
manías o angustias presentes.
Frente a esas falsedades históricas
que constituyen esa "memoria a la carta", nada como ser realistas, y
aceptar que nuestra vida toda no es ni un dechado de virtudes y buenas
experiencias, ni un cúmulo de desgracias e infelicidades insuperables, pues la
realidad es que de todo tenemos en nuestra vida, como de todo hay en rebotica.
Ya Shakespeare nos
dijo que
“La memoria es el centinela del cerebro”
y por lo tanto no permitirá
que esas ensoñaciones o falsas verdades enturbien la verdad de mantener una
visión integral de nuestra existencia, con sus bondades y maldades, sus éxitos
y sus fracasos, sus esperanzas y sus decepciones, sus alegrías y sus tristezas.
Al final, analizada mi
vida hasta donde alcanza mi memoria, llego a dos conclusiones.
Por una
parte y como dice uno de los personajes de la novela “La Lapida Templaria” de
Nicholas Wilcox:
“Soy
un asceta; Pertenezco a una comunidad de un solo miembro, y en la que soy, al
mismo tiempo, Abad Mitrado, Monje, Portero, Ecónomo, Visitador y Enfermero
siendo un solo individuo; a veces es arduo, pero a todo se acostumbra uno”
O
bien, rememorando “Sonata de Primavera” de Valle Inclán, podría decir, como el Marqués
de Bradomín, que
“Yo,
calumniado y mal comprendido, nunca fui otra cosa que un místico galante como
San Juan de la Cruz”
Y en
ambas ideas concreto la totalidad de mis desgracias y alegrías, mis reproches a
mi mismo y mi complacencia con mi vida toda.
Y
reflejan un sentimiento que siempre tengo presente: Soy un hombre de tendencias
solitarias y melancólicas, me gusta disfrutar de mis cosas sin gente que me
distraiga.
Puedo
parecer antisocial sin realmente serlo, pues es mi esencia personal la que me
mantiene en esa actitud, y siempre me pregunto ¿Qué pensarán los demás de mi
comportamiento?
Aunque
en el fondo vuelvo a los clásicos y con Cicerón afirmo que mis principios, mi
conciencia, mis hábitos y mis convicciones, tienen para mí mucho más valor que
la opinión de todos los demás.
De
todas formas soy consciente, como lo fue Nietzsche, de que mi personalidad se
ha ido acrisolando con el paso de los años por medio de la conjunción de mis
experiencias.
“Quid luce fuit,
tenebris agit”
“Lo que estuvo en la
luz, actúa en las tinieblas”
Así,
a la manera de Proust, trato de dormir infructuosamente.
Después
de un breve sueño, despierto agitado por mis ensoñaciones, mezcla de recuerdos
infantiles y de pesadillas, y en el acogedor silencio de la oscuridad de mi
habitación vuelvo adormirme, no sin antes acurrucarme en mi cama en busca del
consuelo del sueño que me esquiva.
Y en
esos momentos de duermevela, mezclo mis recuerdos con mis frustraciones, mis ilusiones
y mis deseos, hasta que, recobrada la conciencia, alejo esos pensamientos que
me entretienen, los reconozco como obsesiones de mi alma y tras respirar
profundamente vuelvo a la paz del sueño, que generalmente no dura mucho tiempo pues
la experiencia se repite una y otra vez hasta el alba.
No
obstante, si hacemos caso a Nietzsche, esa experiencia proustiana habría venido
a contribuir a la formación de mi “YO”, con idéntica fuerza que mis vivencias “reales”
y así, lo que ahora conocéis es el resultado de mi vida real y de la onírica,
lo que no deja de ser, al menos, poético, sin que todo ello deje de ser el
conjunto de vivencias y recuerdos que dan una explicación completa de mi propia
vida, y de las experiencias vividas a lo largo de ella.
Y ciertamente, el único retrato de mi juventud que aparece en este POST es el la fotografía que lo encabeza, en la que aparezco con 15 años.
No he hecho, pues, un retrato de mi juventud, pero he transitado, con
vosotros por los laberintos de mis ideas, y he de reconocer que si bien mi alma
es, como la de todos, compleja, espero que os parezca más llena de sorpresas agradables que de
vericuetos intransitables.
Concluyamos
con música. En esta ocasión os traigo "Sueño de Amor" de Franz Litz
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