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martes, 1 de noviembre de 2022

MUERTE COTIDIANA...Y ALGO MÁS

 

Tumba de Santa Cecilia Mártir, Catacumbas de San Calixto Roma

 

Para vivir un año es ne­ce­sa­rio

mo­rir­se mu­chas veces mucho 

Ángel González

   Lo cierto es que la vida son muchas pequeñas muertes cotidianas.

Mueren los sentimientos, las ilusiones, las decepciones, las alegrías, las desgracias.

Van muriendo nuestros recuerdos, nuestras sensaciones nuestros amigos y parientes, nuestras ambiciones.

Hasta el máximo placer es llamado “la petite mort” por nuestros vecinos franceses, como si experimentarlo matase parte de nuestro ser.

Solo falta que muramos, del todo, nosotros mismos para alcanzar la plenitud de esa muerte que vivimos cada instante.

Según Albiac:

“… el fin del mundo no sucede un día, a una hora, en un instante; el fin del mundo es cada instante en el cual el mundo existe, porque jamás podremos remontar el flujo herácliteo del tiempo, y ese mundo que fue se extingue en el acto mismo de nombrarlo. Y, con él, nosotros. (…………) La muerte, como el fin del mundo, sucede en cada partícula del tiempo, es el tiempo. Y así lo supo San Agustín, ásperamente empeñado en ser griego en cristiano: «¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé; pero si quiero explicarlo al que me lo pregunta no lo sé... Porque los dos tiempos de pretérito y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no es él y el futuro todavía no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad».”

Y a tal tránsito del tiempo, inexplicable, apunta otro Grande, Quevedo, en su verso soy un fue y un será y un es cansado

Esa fuga inescrutable del tiempo ha inspirado a todo escritor desde el nacimiento de la filosofía en la Grecia Clásica hasta nuestros días.

Pero nada lo altera, y tras múltiples pequeñas muertes, todo se disolverá y no dejará rastro, y llegará el dormir postrero.

¡Morir, dormir, dormir… tal vez soñar!

        En palabras de Hamlet, de Shakespeare.

        Pero no puedo quedarme en esta mera reflexión, pues la muerte ha estado en estos últimos tiempos, más que cotidianamente presente, dramáticamente presente, en primer lugar por la Pandemia de COVID, que ha provocado la muerte, en España, de más de 150.000 personas, aunque las estadísticas, falseadas, del Gobierno de Sánchez, diga que han sido muchas menos.

Como continuación del drama, España presenta, junto con Portugal, el mayor número de muertes extraordinarias después del proceso de vacunación, lo que hace pensar que este programa ha causado efectos sorprendentes, pues la “vacuna”, si bien es cierto que ha minorado la gravedad de los efectos de la enfermedad, no ha evitado su contagio, y ha provocado un exceso inexplicable de muertes extraordinarias.

Y finalmente nos asomamos diariamente a la realidad, por la ventana que son nuestros televisores, e incluso nuestros teléfonos inteligentes, a comprobar las matanzas provocadas en Ucrania por los rusos de Putin, que se comportan como bestias rabiosas con la población civil ucraniana, al tiempo que pierden la iniciativa militar en aquellas tierras de Dios. 

Esperemos que la guerra termine pronto y con la derrota del Tirano Putin.

        Y despidámonos con otro video musical, hoy “Tears in Heven” (Lágrimas en el Cielo) de Eric Clapton


© 2022 Jesús Fernández-Miranda y Lozana



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