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martes, 10 de abril de 2007

IGLESIA DE SAN CARLOS BORROMEO

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Pepe Diaz, Enrique de Castro y Javier Baeza; Los "curas rojos" como al parecer gustan de ser llamados.


Ha sido un permanente bombardeo desde TVE y desde los medios de comunicación del entorno del progresismo dogmático intolerante de la izquierda radical acomodado en el PSOE, es decir “El País” y demás medios polanquistas, a cerca del “affaire” de la parroquia de San Carlos Borromeo de Madrid.

Desde hace mas de 25 años la parroquia de San Carlos Borromeo de Madrid ha impulsado una actividad pastoral imbuida de la doctrina de la teología de la liberación, de raíz marxista, rechazada por la Iglesia católica tan recientemente como en la comunicación de la Congregación para la Doctrina de la Fe en la que se afirma que la obra del jesuita de origen vasco Jon Sobrino, destacado impulsor de la teología de la liberación, contiene ideas que no se ajustan a las creencias católicas.

El cura Enrique de Castro, el “cura rojo”, líder del grupo de curas que se opone a la decisión de cierre de la parroquia por orden del arzobispado de Madrid reconoce que:

Según el obispado la parroquia se sale de los cánones de la Iglesia porque la catequesis que damos no está homologada y la liturgia es un desastre

Baste como ejemplo de las razones que han llevado al arzobispado a decidir el cierre al culto de la referida Iglesia hechos como que en la parroquia se hayan cambiado las hostias por rosquillas “porque los niños no entendían que son las hostias normales”, o que se sustituya la confesión por una “absolución colectiva asamblearia” lo que implica, en definitiva que en la referida parroquia se predique un Catecismo y se practique un culto no reconocidos por la Iglesia Católica.

La progresía patria ha echado las campanas al vuelo y los “curas de entrevías” ya han anunciado que van a constituirse en una "asamblea parroquial permanente” dispuesta a seguir con sus actividades.

No quiero poner en duda que estos “curas de entrevías” tengan mucho mérito en su acción social a favor de los marginados, pero la realidad es que esa acción se plantea desde postulados ideológicos incompatibles con el Cristianismo Católico.

Efectivamente, la Teología de la Liberación, de la que los curas en cuestión se manifiestan claros partidarios, parte de errores de concepto inasumibles por la Iglesia Católica.

Siguiendo las manifestaciones de Samuel Gregg podemos afirmar que las contradicciones de la “Teología de la Liberación” y la doctrina ortodoxa del catolicismo serían:

A - La escasa importancia que se da a la naturaleza Divina de Cristo, a quien la teología de la liberación caracteriza como un “valiente” más, empeñado en la “liberación de los oprimidos” o la “transformación de las conciencias” de un modo muy similar al de otros profetas como Mahoma o Buda.

B - La formulación de una teología de clase, ---pues aplican al catolicismo el tipo de análisis que lo reduce todo a la clase, conforme a los esquemas metodológicos del marxismo--- que cree que la teología sólo puede hacerse desde el punto de vista de la "Iglesia de los pobres", entendiendo por "pobres" no a los "pobres de espíritu" del Evangelio ---esto es, cualquiera, ya sea materialmente rico o pobre, que necesite encontrar a Jesucristo--- sino aquellos que sufren privaciones materiales, de tal modo que para los “liberacionistas” con el Padre Sobrino a su cabeza, la "verdadera" iglesia ha de encontrarse en los que son materialmente pobres, en lugar de en aquellos que se adhieren a la fe católica y apostólica transmitida de generación en generación.

C – El relativismo religioso ---la idea de que una religión es tan buena como cualquier otra--- ante cuyo auge la Iglesia Católica se ha mostrado preocupada durante los últimos años y frente al cual siempre ha enseñado que, a pesar de que respeta las otras religiones, la religión tiene que ver directamente con la verdad y que la plenitud de la verdad sobre Dios y el hombre sólo se encuentra en el Cristianismo Católico. Frente a esta posición, muchos teólogos de la liberación no lo creen y consideran que su misión es la "liberación" de los cristianos de algunas de las creencias más básicas de la Iglesia, especialmente en lo que concierne a las enseñanzas morales del catolicismo, lo que choca frontalmente con la doctrina de Roma.

Y esta permanente desviación de la Teología de la Liberación, movimiento al que declaran pertenecer los “curas de entrevías”, respecto de la doctrina, la liturgia y la catequesis ajustada a los modelos de la Iglesia Católica, es lo que ha llevado al arzobispado, como decisión unánime del Consejo Presbiteral y no como decisión personal del arzobispo Rouco, a decidir el cierre al culto de la referida parroquia, pues se considera que la actividad desarrollada en ella es todo menos Católica; Cierre que además en nada afectaría a su trabajo con los marginados sociales, pues se les ha solicitado que continúen en su labor a través del centro de Cáritas en que las instalaciones de la parroquia van a convertirse.

Sin embargo Enrique de Castro y sus “camaradas” Pepe Díaz y Javier Baeza, no solo no han aceptado disciplinadamente la decisión de sus superiores, sino que en una actitud claramente desafiante frente a la jerarquía, han continuado con sus liturgias de sainete, concretamente en la festividad del Domingo de Resurrección, eso si, arropados por algún que otro farandulero como ese que se hace llamar el Gran Wayoming o el actor segundón Willi Toledo, que seguro que habrán disfrutado con los mendrugos de pan y las copas de vino repartidos por el trío de curas disidentes a modo de eucaristía entre los asistentes, que más parecían participar en un aperitivo que en la eucaristía como puede verse en el video que adjunto.

Tras su triste espectáculo mediatico-propagandista, Enrique de Castro se ha despachado contra el arzobispado afirmando que la jerarquía está contra ellos porque:

Jesús está contra el poder y ellos lo tienen

mientras que su “colega” Javier Baeza afirmaba en el sermón que:

"Damos la bienvenida a los que comparten [...] no la fe en Jesús, sino la fe en la gente al estilo de Jesús"

vamos… al más puro estilo liberacionista que la Iglesia Católica ha condenado.

Todo esto me lleva a realizar esta mi reflexión heteróclita de hoy:

Si los curas rojos de entrevías quieren hacer su propia Iglesia, con su liturgia particular y su personalísima catequesis y credo, diferentes de los Católicos, pues me parece muy bien, pero que lo hagan con sus propios recursos, y que no pretendan hacerlo con los de los católicos y encima protestar porque estos no les dejan.

Pero la guinda la ha puesto, como no, el impresentable Zerolo quien ha manifestado que:

Yo no soy creyente, pero mi cura es Enrique de Castro

Pero si no eres creyente Zerolo ¿Cura de qué? Tan solo te recuerdo que según el diccionario de la RAE, un cura no es sino, en la Iglesia católica, el sacerdote encargado, en virtud del oficio que tiene, del cuidado, instrucción y doctrina espiritual de una feligresía, es decir, del conjunto de fieles adscritos territorialmente a su parroquia, así que si no eres fiel, ni cura ni ná.

¡¡¡Déjate de frases propagandistas vacuas y oportunistas!!!

No sé si es aún más peregrina tu afirmación según la cual:

San Carlos Borromeo demuestra que es posible otra Iglesia que sea un lugar de encuentro ecuménico, donde nadie es excluido y se practica el discurso transformador de Jesús

¡¡¡Manda huevos!!!, que diría Trillo.

Esa Iglesia que pretendes, Zerolo, y que al parecer es la que pretende “tu cura”, no es la mía ni creo que la de ningún católico que se considere apostólico y romano y no “disidente”.

Para los católicos la Iglesia no es un “lugar de encuentro ecuménico” sino un lugar de culto en donde manifestamos nuestra fe y practicamos nuestros sacramentos, y en ella no buscamos escuchar un “discurso (socialmente) transformador” de un revolucionario o rebelde Jesús, sino el mensaje trascendente y salvífico de Jesucristo Resucitado, el hijo de Dios hecho carne y sacrificado para la redención de nuestros pecados.

A ver si lo tenemos claro. La Iglesia Católica Apostólica y Romana es como el Barça “más que un club”, pero funciona como todos los clubes: tiene unos estatutos ---la doctrina de la fe oficialmente reconocida--- y un reglamento de régimen interno, que hay que respetar.

Si cualquiera quiere entrar en el club tiene que aceptarlos, pero si no quiere verse sujeto por tales normas ---o principios--- no hay problema, nadie le obliga a seguir en el equipo, que funde su propio club, pero lo que no parece de recibo es que quiera seguir formando parte del equipo y chutar contra la propia portería.

Claro que Zerolo y “sus curas” desde sus posiciones ideológicas y su modelo de vida no pueden entender nada de esto.

Que le vamos a hacer…

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