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lunes, 26 de julio de 2010

RUBALCHÉ MANIPULA OTRA VEZ

Nuestro Ministro del interior, el ínclito Rubalché, es experto en la manipulación de la opinión pública, pero en ocasiones, como en esta le sale el tiro por la culata.

Los dos videos que acompaño se explican por si mismos, sin embargo creo que es precisa, también, otra explicación más detallada.

Cándido Azpiazu es un hombre afortunado, y al mismo tiempo un malvado. Ramón Baglietto estaba en la puerta de su negocio familiar de muebles cuando observó a una señora que llevaba a un niño en brazos y a otro de la mano, que salió corriendo justo en el momento en que se acercaba un camión. La señora se lanzó tras el muchacho con la intención instintiva de protegerlo, y a Ramón apenas le dio tiempo de quitarle al niño que tenía en brazos y ver con horror cómo la madre y el otro hijo morían aplastados.

Ramón Baglietto fue un hombre menos afortunado, pero también mejor persona; el 13 de mayo de 1980, a las nueve menos cuarto de la noche, Ramón Baglietto, dueño de una tienda de muebles y simpatizante de la UCD, llamó a su mujer para decirle: "Ve preparando la cena, que voy para casa". En el camino, un terrorista de ETA lo acribilló a tiros.

El terrorista que le acribilló a balazos, “protegido” por su comando no fue otro que Cándido Azpiazu, el mismo que de niño fuera salvado de una muerte segura por su ahora victima Ramón Baglietto. Candido Azpiazu fue condenado a una pena de cincuenta y dos años por el asesinato de Ramón.

Pero, con un poco de suerte, en doce estaba otra vez en la calle Y claro, volvió al pueblo, a Azkoitia. Y como la dicha nunca lo abandona, retornaría a tiempo de conseguir aquel local que tanto le gustaba; aquél en el que tenía pensado montar una cristalería; sí, aquél tan bonito que era ideal para el negocio, ese bajo que había quedado libre en el edificio en el que vive Pilar, la viuda de Ramón Baglietto.

La cristalería que está junto a su portal, y en la que todos los días se ve reflejada cuando vuelve del mercado, acaba de ser comprada por Candido Azpiazu, el hombre que mató a su marido.

Ahora, el afortunado Cándido vive libre; Pilar no, ella debe ir a todas partes seguida de dos escoltas. El dichoso Cándido y Pilar se cruzan cada mañana. Y cada mañana se repite la misma rutina; detrás de sus cristales, él la mira de frente orgulloso, desafiante; ella también observa, aunque a derecha e izquierda, a todos sus flancos posibles, antes de que uno de sus guardaespaldas compruebe si se esconde algo en los bajos del coche. Sucede todas las mañanas de todos los días del año. Siempre.



1 comentario:

  1. Es terrible que estemos tan anestesiados que seamos incapaces de reaccionar ante las mentiras de nuestros gobernantes y permitir que no se les caiga la cara de vergüenza cada vez que nos mienten. Gracias por recordarlo de vez en cuando.

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