Van der Weyden en el Descendimiento de la Cruz
Europa se ha hundido, o mejor dicho, se está hundiendo en el fétido muladar del sentimentalismo más barato, que implica dar luz verde a la falta de honradez, la vulgaridad y la barbarie.
Trataré de explicarlo.
Las evasivas sentimentales se han convertido en el pan nuestro de cada día en los medios de comunicación, en donde se usan de forma concertada la supresión de la verdad, la sugestión de la falsedad, y la justificación de todo ello con sentimentalismo.
Esta utilización pública del sentimentalismo no sólo coaccionan a los ciudadanos, arrastrándolos a una fétida zahúrda emocional y por tanto no racional, sino que afectan a las políticas públicas, pues el sentimentalismo permite a los gobiernos hacer concesiones populistas a la ciudadanía en vez de afrontar los problemas reales de una manera racional que permita su solución, aunque las medidas políticas sean impopulares o controvertidas.
Pero el sentimentalismo tiene sus defensores. Afirmando que no tiene nada de malo, que, por el contrario, incluso debe ser aplaudida la manifestación de los sentimientos de los ciudadanos, cuando en realidad nos muestran las graves consecuencias de ese sentimentalismo.
Así, desde el poder, que usa el sentimentalismo como arma de control de los ciudadanos, se defiende la idea de que quien se opone al sentimentalismo en realidad se está oponiendo a los sentimientos del pueblo en general, afirmación que carece totalmente de fundamento.
La pregunta no es si debe haber sentimientos o no, la pregunta es cómo, cuándo y hasta qué punto deben expresarse los sentimientos y qué lugar han de ocupar en la vida de las personas.
Cuando el sentimentalismo se convierte en un fenómeno de masas, se vuelve agresivamente manipulador: exige que todo el mundo lo experimente.
La persona que se niega a hacerlo alegando que el supuesto objeto del sentimiento no merece una exhibición pública, se coloca automáticamente fuera del círculo de los virtuosos, convirtiéndose prácticamente en un enemigo del pueblo.
Su pecado es político, el rechazo del axioma “vox populi, vox dei” —la voz del pueblo es la voz de Dios— unle convierte en apestado social, lo que hace que el sentimentalismo se vuelva coercitivo.
Por ello no debemos olvidar que el sentimentalismo implica o provoca expresiones excesivas de las emociones, manipulándolas hasta el punto de llegar a ser falsas, simuladas o exageradas y superficiales.
Además, el sentimentalismo es autoindulgente y obstaculiza los comportamientos y las reacciones adecuadas, distorsionando nuestras percepciones e interfiriendo con el pensamiento racional y la adecuada comprensión del mundo.
Al final, la tendencia a apelar a los sentimientos de los ciudadanos como fundamento de los comportamientos sociales, es decir, apelar al sentimentalismo, no deja de ser una herramienta populista que quiere desposeer al pueblo del justo equilibrio entre lo que desea realmente y lo que sus sentimientos más primitivos le aconsejan.
El ciudadano quiere libertad y seguridad, por ejemplo, pero desde el poder se apela a su sentimiento de miedo prometiéndole garantizar su seguridad mediante limitaciones a su libertad, con mayor control de sus actos, movimientos, opiniones o creencias, lo que al final supone un mayor control del pueblo sin que, en realidad, se mejore su seguridad sino tan sólo su “sentimiento” de seguridad.
Y termino con una nueva pieza musical, el “Stabat Mater” de Antonín Dvořák, basado en un poema del s.XIII que relata el sentimiento de sufrimiento de María en la crucifixión de Jesús Su Hijo.
© Jesús Fernandez-Miranda y Lozana
Sentimentalismo=catetismo.
ResponderEliminarLa sobreactuación siempre da verguenza...en todo. Pir esi en el cine los mejores actores no gesticulan, dominando el arte de transmitir emociones.
El sentimentalusmi, la llorera facil..es producto de la sociedad del bienestar , tan paleta ella.!
Alvaro Armada
Por supuesto que el sentimentalismo no tiene nada de malo, al contrario, deberíamos de estar orgullosos de poder demostrar nuestros sentimientos, eso se llama libertad. Si los políticos quieren borregos en lugar de personas, es su problema
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo y eso es bueno porque así hacemos uso de nuestra libertad de expresión. El sentimentalismo no es malo en absoluto, al contrario, creo que es una condición fundamental del ser humano, si no seríamos borregos o masas manipulables. No es obligatorio hacer grandes aspavientos para demostrar nuestros sentimientos, ellos pueden permanecer en silencio dentro de nosotros mismos. Pero sentir es vivir!!. Y nadie tiene que decirnos que camino tomar en nuestras vidas porque somos libres. Interesante artículo!!
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