Desde mi concepción liberal de la existencia, soy
plena y conscientemente respetuoso con los homosexuales, transexuales,
bisexuales e intersexuales; cada uno puede optar, en libertad, por el estilo
de vida o las inclinaciones sexuales que desee.
Me dan igual, además, sus manifestaciones
privadas o públicas. En eso consiste la auténtica libertad.
Ya lo decía Saint-Just, el amigo de Robespierre
"La verdadera libertad del pueblo está en su vida privada. No la turbéis"
Pero
a lo que no estoy dispuesto es a tragar con ruedas de molino y aceptar, en
relación con los sujetos LGTBI, que me sea impuesta una legislación que coarte
mis derechos individuales del modo que se está haciendo en nuestra sociedad por
impulso de los Lobbies Gay o “Mafia Rosa”.
Problema
que a mi juicio merece una profunda y justificada “Reflexión heteróclita”
Los
Lobbies Gay, o “Mafia Rosa”, financiados por las potentes comunidades Gay
estadounidenses y europeas y por algunos magnates, que juegan a políticas
antisistema para su mayor enriquecimiento, como George Soros, han destinado
ingentes cantidades de dinero a imponer a la sociedad las consignas, las políticas y los privilegios de los que hoy disfrutan las comunidades Gay en el
mundo occidental, al amparo de las políticas correctas de la socialdemocracia
Europea y Americana.
En
nuestro caso esta imposición totalitaria y excluyente ha tomado cuerpo en la
legislación LGTBI, que ha sido impulsada principalmente, por las Comunidades
Autónomas.
El
ejemplo más lacerante es el de la Comunidad de Madrid, que en la época presidida
por Cristina
Cifuentes, impulsora entusiasta de una injusta, y a mi juicio inconstitucional,
política LGTBI, que empezó con la medida de crear bonos de descuento en los
transportes públicos para las personas LGTBI, y que ha acabado amparando la
política de “identidad de género” a través de una legislación extremista y
totalitaria aprobada por la Comunidad Madrileña.
Diversas
asociaciones de signo cristiano, han criticado con dureza la norma en cuestión,
por considerar que violenta la libertad de conciencia y el derecho de los
padres a elegir el modelo moral educativo de sus hijos.
Así, el Centro Jurídico Tomás Moro, ha manifestado que:
1.- La ley no es necesaria, en la medida en que el
artículo 14 de la Constitución Española ya dispone que “los españoles son
iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por
razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social.
2.- La ley supone “una importante mutilación de los derechos de la mayoría” dado que violenta
la libertad ideológica, moral y de pensamiento de la mayoría ciudadana, al imponer “una ideología concreta”, imposición
que es aplicable a todos los niveles y etapas formativas y que será de obligado
cumplimiento para todos los centros educativos, sin que los padres pueden
objetar.
3.- En tercer lugar, se establece una suerte de “policía de pensamiento” para combatir la libertad de expresión, al establecerse
diferentes mecanismos de adoctrinamiento y normas para controlar a los
disidentes ideológicos. Es decir, se
crea una suerte de “policía moral, al estilo de la la “mutawa saudita”, conocida en términos
oficiales como la “Comisión para
la promoción de la virtud y la prevención del vicio”.
4.- Por último, la ley establece privilegios
para una minoría, como que cada 17 de mayo se celebre de forma oficial el
“Día Internacional contra la homofobia, lesbofobia, bifobia y transfobia”,
estableciendo la obligación de instalar la bandera arcoíris LGTBI en la sede de
la Presidencia y de la Asamblea de Madrid. Además, se privilegia a los grupos editoriales del movimiento LGTBI, que
suplirán sus escasas ventas con la obligación que la ley establece para las
bibliotecas de la Comunidad de Madrid y de los Ayuntamientos de la región de adquirir
libros para la creación de un fondo bibliográfico de temática LGTBI.
La cuestión no es baladí; La ley impulsada por la
izquierda, y apoyada por una derecha abducida por el buenismo hipócrita woke, es una de las más totalitarias aprobadas nunca en un Parlamento
autonómico, por su carácter injusto, excluyente y antidemocrático, pues se lleva
por delante elementos fundamentales de una democracia, como son la libertad
educativa o el derecho a la presunción de inocencia.
En esencia la Ley trata de evitar discriminaciones a
las personas LGTBI, pero en la práctica consagra la libertad sexual pero
solo para los LGTBI (Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales), nunca defiende la libertad para ser heterosexual, hasta el
punto de que esta ley penaliza y prohíbe que una persona gay quiera ser
heterosexual. Se consagra la libertad sexual defendiendo la libertad para
abrazar la vida gay, pero no para salir de ella. Curioso sentido de la
libertad…
Si una persona homosexual, mayor de edad y en el uso de su
libertad personal, aspirar a ser heterosexual; no se le permite buscar
asistencia. Y si alguien le ayuda, le pueden multar con 45.000 euros.
Lo que se pretende es imponer el pensamiento único:
que todos piensen y se expresen de la misma forma; y para los rebeldes, multas.
No hay sitio para los que piensen diferente.
En cuanto a la presunción de inocencia, se borra de un plumazo.
Basta que alguien del colectivo gay te acuse de conducta “homofóbica”, para que se invierta, inconstitucionalmente, la carga de la prueba: no es el acusador el que debe demostrar la afrenta sino si no el acusado su inocencia. Esto, en la práctica desembocará en la inconstitucional “probatio diabólica” que es como se llama en Derecho a la pretensión de que se pruebe por el acusado que el acto de homofobia que se le imputa no ha ocurrido, o su propia inocencia, lo cual es contrario a la presunción de inocencia consagrada en el artículo 24.2 de nuestra Constitución, que implica que la «carga de la prueba» corresponde a quien alegue la existencia de un acto ilegal, o la culpabilidad del acusado.
Esto es lo que, en definitiva, establece el art. 66 de la Ley, en su
alambicada redacción, que dice:
“En los procesos
autonómicos, cuando el interesado aporte hechos o indicios razonables,
fundamentados y probados por cualquier medio de prueba admitido en
derecho, de haber sufrido discriminación por razón de orientación
sexual, identidad o expresión de género, corresponde a aquel a quien se atribuye la conducta discriminatoria,
la aportación de justificación probada objetiva y razonable de las
medidas adoptadas”.
Por otra parte, la ley obliga a todos los colegios de
Madrid, tanto públicos, concertados, como privados, a que el colectivo gay
pueda adoctrinar a los niños desde infantil lo que vulnera el derecho de los
padres de elegir la educación de sus hijos.
Los políticos, una vez más, y da igual que sean
del PP o de Podemos, siguen actuando como si creyeran que son ellos, y no
los padres, los que deben elegir qué tipo de educación es la correcta para
los más pequeños.
Y con ese error de raíz, van a obligar por ley a todos los colegios de la
Comunidad de Madrid, tanto públicos, concertados como privados, a que el
colectivo gay pueda adoctrinar a los niños desde infantil. Para ello, la
administración madrileña pagará con dinero público las clases y talleres
que deberán impartir monitores de ideología LGTBI (Lesbianas, Gais,
Trans, Bisexuales e intersexuales).
Que por ley, de forma obligatoria y con amenazas de multas y retiradas de
conciertos, todos los colegios y niños de la Comunidad de Madrid tengan
que ser educados en una ideología de género que es muy discutible en su
enfoque antropológico, me recuerda al adoctrinamiento de clase de los bolcheviques o de
supremacía nazi de la raza aria.
Y todo responde a la defensa de la ideología de “identidad
de género”, recurso ideológico del feminismo radical de izquierdas,
basado en las doctrinas de Gramsci, que ya hemos comentado en diversas ocasiones.
Según apunta Álvaro Fernández, en la revista
Catholic.net, es llamativo que no haya un sólo defensor o defensora del género
que no pase por pacifista, por víctima o por defensor de todas las víctimas de
ataques y discriminaciones que impone la injusta sociedad en la que viven.
Su agenda de lucha pasa por pacífica, pero con sus hechos violentan las conciencias, mediante la amenaza, la persecución o el tan manido “escrache” lo cual es mucho más violento que lo que pretenden ser y me recuerda la frase de los Cónsules de Roma Lucio Valerio Publícula y Marco Horacio Pulvilo en los albores de la República (aprox. 500 a.C,) al pueblo romano que, amotinado, había abandonado la ciudad retirándose entre disturbios al “Monte Sacro”, la cumbre de la Colina Aventina, en reclamación de sus derechos:
“Crudelitatem comdemnatis, in crudelitatem ruitis”(Condenáis la crueldad, pero os lanzáis a ella)
"Qui dicis te urbem defendere, eam conculcare"
(Vosotros que decís que defendéis a Roma, la pisoteáis)
Pero claro, estas
gentes tienen perfectamente interiorizada la doctrina de Gramsci, para quien todo
es creación histórica ─“construcción cultural” en código de “género”─ y no naturaleza.
En este sentido, cabe recordar que las feministas de género consideran que el hombre y la mujer adultos son construcciones sociales; que en realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que luego es socializado en hombre o mujer. Esta socialización, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Y por ello, las feministas proponen
"Depurar la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen específica de género, para que los niños puedan crecer sin que se les exponga a trabajos “sexo-específicos”.
Por eso hablan también de “roles
socialmente construidos” cuando se refieren a las ocupaciones que una sociedad
asigna a uno u otro sexo.
Como nos dice el Dr.
Gambra, en su obra “Historia Sencilla de la Filosofía:
“De aquí el interés de Gramsci por el cristianismo, al que
considera germen vital de una cultura histórica, que penetra la mente y la vida
de los hombres, sus reacciones profundas. Será preciso, para que la revolución
sea orgánica y “cultural”, adaptarse a lo existente y, por la vía de la crítica
y la autoconciencia, desmontar los valores últimos y crear así una cultura
nueva. El ariete para esa transformación será el Partido Comunista, voluntad
colectiva y disciplinada que tiende a hacerse universal. Su misión será la infiltración
en la cultura vigente para transformarla en otra nueva materialista, al margen
de la idea de Dios y de todo valor trascendente”.
de acuerdo con
Gambra;
“Su arma principal será la
lingüística mediante la penetración en el lenguaje coloquial, alterando el sentido de las
palabras y sus connotaciones emocionales, hasta crear en quien habla una nueva
actitud espiritual. Si se
cambian los valores, se modifica el pensamiento y nace así una cultura
distinta.” Cómo no representarse inmediatamente al llegar a este punto, los
términos “interrupción del embarazo”, “salud sexual y reproductiva”,
“anticoncepción de emergencia”, “preembrión”; así como los cambios
aparentemente inocuos de la palabra “amante” o “concubina/o” por la palabra
“compañero” o “pareja” y muchos más. El denominador común es que todos esos
términos llevan al error y a la confusión a grandes masas de personas que, como
neófitos en estos temas, dejan de llamar a las cosas por su nombre sin la más
mínima capacidad crítica y se tragan “lo que dice la tele”.
prosigue el Dr.
Gambra:
“El medio en que esta
metamorfosis puede realizarse es el pluralismo ideológico de la democracia,
que deja indefenso el medio cultural
atacado, porque en ella sólo existen “opiniones” y
todas son igualmente válidas.
La labor se
realizará actuando sobre los “centros de irradiación cultural” (universidades,
foros públicos, medios de difusión, etc.) en los que, aparentando respetar su
estructura y aún sus fines, se inoculará un criticismo que les lleve a su
propia destrucción.”
En tal sentido, son conocidos
los nefastos resultados de la
implantación del pluralismo y la tolerancia como valores absolutos en nuestras
sociedades: nada se puede criticar si es políticamente
correcto; todo se debe criticar si es políticamente incorrecto,
naturalmente conforme a los valores de esta izquierda contracultural.
Volviendo a la posición de los autores comunistas contemporáneos, basados en Gramsci, Laclau y Mouffe, destaca la Escuela de Frankfurt y, en ella, Marcuse quien planteó que
"Toda realidad es una construcción social, la verdad y la realidad no tienen un contenido estable y objetivo y llamó a desalienarse de todo marco normativo: semántico, sexual, ontológico, filosófico, políticos, moral, social, cultural, religioso…"
Tras la renuncia a la lucha de clases ―lucha horizontal― buscan la formación de bloques heterogéneos ―lucha trasversal― que se articulan en torno a identificaciones políticas, porque, dicen, las identidades no están dadas, están en permanente construcción, son una cuestión social. La izquierda indefinida es antiesencialista. Para ella todo son construcciones culturales, niegan incluso la biología.
"Ser madre o mujer, por ejemplo, no es un hecho biológico sino una construcción social, dicen sus pensadores."
Para ellos, la identidad tiene su origen en lo social, es algo cultural.
Argumenta Mouffe:
"Según la perspectiva antiesencialista, la identidad nunca está dada naturalmente, es siempre una forma de identificación."
Por
eso buscan deconstruir.
El
término lo inició Martin Heidegger aunque su desarrollo corresponde al filósofo
post estructuralista Jacques Derrida.
Según
Cristina de Peretti, deconstruir consiste en deshacer,
desmontar algo elaborado para identificar los estratos ocultos que lo constituyen,
pero también cuáles son las fuerzas no controladas que ahí obran.
En
política es similar a desmontar para volver a construir y ese es el objetivo de
la izquierda contemporánea en los países occidentales: desmontar las
identidades para construirlas de nuevo con otros parámetros difusos y
contraculturales, como camino para permitir llegar a la sociedad comunista y al
mito del “hombre nuevo”
En consecuencia,
debemos advertir que nuestras endebles democracias se ven amenazadas día tras
día por los pregoneros de la deconstrucción social, la mentira y de la muerte,
por el terrorismo ideológico y por sus principales aliadas, las mafias de la
desinformación.
El odio a la religión
y a Dios es capaz de unir en este “pluralismo”, a un individuo como Ted Turner,
paradigma del capitalista liberal, materialista y ateo, con el marxismo
cultural materialista y ateo, a cuyo servicio pone diariamente la CNN.
Pero este
maridaje habría de ser objeto de una nueva Reflexión Heteróclita, dado que
haríamos a este demasiado extenso.
Hagamos como
acaba de hacer Suiza, cuyo Parlamento ha establecido que en Suiza los sexos son
dos, Masculino y Femenino, sin ceder a las políticas propugnadas por los movimientos
LGTBI, considerando que la población suiza, mayoritariamente, no acepta los
conceptos de multigénero propuestos por los llamados “progresistas”.
En cualquier caso, yo, personalmente, no dejaré de manifestar mi rechazo a estas políticas, pues discrepar es "mi" derecho, incluso un privilegio que me otorga mi libertad, yal que no estoy dispuesto a renunciar.
Y
concluyamos nuestra reflexión con un nuevo video musical, en este caso la “Serenata
Española” de Joaquim Malats interpretada por Pepe Romero