En una sociedad con hiper información, como es la nuestra, en la que nos llegan, permanentemente, relatos de actualidad y opiniones a través de los medios de comunicación, internet o incluso rumores pseudo informativos procedentes de fuentes desconocidas, lo crítico es tener criterio, saber diferenciar lo verdadero de lo falso y lo accesorio de lo fundamental; saber lo qué es realmente importante, dentro de la marea informativa que nos abruma y diferenciarlo de su envoltorio, extrayéndolo el elemento esencial de lo que se nos cuenta, vemos o escuchamos, tratando de que solo lo cierto e importante afecte a nuestra forma de pensar y actuar.
Lao Tse ya nos advierte de que
“Los colores atractivos ciegan los ojos; los sonidos musicales ensordecen; los sabores exquisitos engañan al paladar; la caza y la pesca trastornan al hombre; y la lucha por la adquisición de riquezas envilece las acciones humanas. Por eso el Hombre que desee ser un hombre justo no solamente ha de educar sus ojos, sino que también su mente, y así, libre de la influencia de los colores, sonidos y gustos, podrá elegir el verdadero camino de su vida”.
Reflexión que, a su manera, también hace Blaise Pascal, cuando nos dice en sus "Pensamientos"
"Nuestros sentidos no se dan cuenta de nada extremo: demasiado ruido, ensordece; demasiada luz, ofusca; demasiada distancia y demasiada proximidad, impiden la visión; demasiada longitud y demasiada brevedad en el discurso, lo oscurecen; demasiada verdad, nos pasma."
Lo mismo sucede con la
información y opiniones que nos colapsan, y que nos obliga a educar nuestro criterio para no
dejarnos influenciar por sus colores o melodías.
Sin embargo la tarea no es fácil, pues nunca sabremos donde está el contrapunto, el matiz diferencial, la certeza de las informaciones que nos llegan en un momento determinado muchas veces sobre acontecimientos similares pero enfocados desde perspectivas diversas.
Sobre todo si pensamos como
Heráclito que
“Uno no se baña
nunca en el mimo rio, pues las aguas en las que nos sumergimos nunca son ya las
mismas”.
Así, el Taoismo de Lao tse, en
un intento de preservarnos frente a la información que nos asalta desde el
exterior, estableció unas reglas para mantener el “sano criterio”
La primera es conocer a los
demás y conocerse a uno mismo, para alcanzar la sabiduría.
La segunda es conquistar a los
demás; pero conquistarse a uno mismo para ser invencible.
La tercera es conservar
la posición que se tiene; pensando no obstante que todo lo mundano se
perderá y que nuestro objetivo real es alcanzar la vida eterna, lo que
significa morir y no perecer.
Si se hubiera de describir al
Hombre Justo, según el mismo Lao Tse, ─lo que es perfectamente aplicable a la
actitud que debemos tener en la discriminación de lo falso y lo verdadero─
diríamos de él:
"El Hombre
Justo ha de ser Cauteloso como el que atraviesa un río en pleno invierno;
vigilante como si temiera la actitud de los que le rodean; ceremonioso como si
estuviera de visita; discreto como el hielo que se disuelve; sincero como la
madera virgen; acogedor como un valle; turbulento como las aguas turbias de un
río caudaloso;
Sin embargo, la frenética
hiperactividad de nuestro mundo contemporáneo nos cierra, en muchas ocasiones,
la posibilidad de tomarnos el respiro necesario para reflexionar sobre nosotros
mismos y el mundo que nos rodea, al modo que las viejas lecciones recomiendan,
solucionando los conflictos entre las cuestiones opuestas que se nos planteen mediante
una solución que no dé lugar a otros conflictos mayores.
Máxime en una época en que es
el propio poder del Estado, utilizado sistemática y sectariamente por el
Gobierno ─Social Comunista con filoetarras terroristas y separatistas─ de Sánchez, quien
pretende manipular a la opinión pública con sus declaraciones ideológicas y sus
mentiras para mantenerse en el poder contra viento y marea.
No obstante, no debemos dejar
de lado la esperanza, mantener la Guerra Cultural, y defender nuestros
principios liberales y democráticos, frente al “asalto a los cielos” que mantiene la izquierda extrema que nos
gobierna.
Recordemos con Paul
Desjardins:
Que aunque el
bosque esté sombrío, azul sigue el cielo.
no olvidemos que son los árboles los que no nos
dejan ver el bosque, ni la luz del sol, que, por encima de sus copas, aún
brilla majestuoso.
Y tampoco nos
dejemos despistar por los “déjà vù”, que se describe en una cita de Dickens:
Todos tenemos
alguna experiencia de la sensación, que nos viene ocasionalmente, de que lo que
estamos diciendo o haciendo ya lo hemos dicho y hecho antes, en una época
remota; de haber estado rodeados, hace tiempo, por las mismas caras, objetos y
circunstancias; de que sabemos perfectamente lo que diremos a continuación,
¡como si de pronto lo recordásemos! [i]
pues
en ocasiones la información recibida nos parece repetición de otras previas,
aunque los supuestos sean diferentes y por lo tanto las conclusiones que de los
mismos se deriven hayan de ser, forzosamente, diferentes.
Mi recomendación: No creamos
nunca la primera “verdad” que nos llegue, contrastémosla con otras versiones de
la misma “verdad y saquemos nuestras propias conclusiones.
Y, por desgracia, seamos mal
pensados, llegando a la conclusión que todas las fuentes quieren transmitirnos
no “La Verdad” sino “su verdad” y no dejemos manipularnos.
Pero una cosa es
tener criterio para separar el heno de la paja, y otra muy distinta la censura
que la izquierda quiere imponer a las libertades de pensamiento, expresión e información.
Y al hilo de
esta reflexión no quiero dejar de hacer referencia al deseo del Gobierno de Sánchez
de imponer la censura con una nueva Ley Audiovisual que pretende
regular los contenidos que se difundan en base a unos criterios establecidos
por el propio ejecutivo, para asegurarse de que no incumplan el
lenguaje de lo políticamente correcto ni los criterios ideológicos de
la agenda política que defienden el PSOE y Podemos.
Así, el Gobierno del Déspota,
convertido en Juez y Parte, ya no dejaría ni que te puedas expresar libremente.
Según el proyecto de Ley, se multará a aquellos que difundan información considerada
por los estamentos reguladores como falsa, algo que afectará de
lleno a todos los protagonistas de cualquier canal audiovisual de comunicación
que disientan de los dogmas progres que pretende implantar el Gobierno de
España entre la sociedad vía imposición ideológica.
El proyecto, a mi juicio es
inconstitucional, pues restringe los derechos fundamentales a la libertad de
pensamiento y de expresión.
Una manifestación más de la
deriva totalitaria en la que se ha instalado el Gobierno del Tirano Sánchez.
Además. el deseo de imponer la
censura frente a opiniones desfavorables es contagioso, y si no, vean la
actitud del Sr (por llamarle educadamente) Tebas, Presidente de la Liga
Profesional de Futbol, que trata de imponer una censura inadmisible a las
retransmisiones de los partidos en jugadas que puedan comprometer el prestigio
de los árbitros, o a los periodistas que comentes asuntos que le desagraden a
él personalmente.
Y lo más grave de todo esto es que la
declaración de "falsedad" de una información no se encomienda a los
jueces, pues el Tirano no quiere que el poder judicial le controle, sino que,
según el proyecto que comentamos, será la propia administración, a través de
los "estamentos reguladores" los que ejerzan como censores y tales
"estamentos" dudo mucho que vayan a distinguir entre "informaciones"
y " opiniones".
Hace poco una buena amiga me comentó “Pues fulanito
sigue viviendo en Xanadú, esa es una frase tuya que me imagino lo que
significa, aunque no lo tengo claro.”
Efectivamente, Xanadú es el “Palacio de la Cúpula
del Placer” del Rey Mongol Kublai Khan, según el poema de Samuel Taylor
Coleridge terminado en 1797.
La primera estrofa del poema describe la cúpula
de placer construida por Khan en su capital Xanadú junto a un río sagrado, el
Alfeo, que alimentaba una magnífica fuente que corre «a través de cavernas inmensurables
para el hombre, hacia abajo, hacia un mar sin sol».
En el mundo anglosajón es un término muy usado para
evocar un lugar de lujo y misterio o exuberancia.
Y eso le ocurre, a la izquierda que nos gobierna, con la libertad de prensa, que viven al margen de la realidad de lo que ello
significa en una Democracia.
Pero no ha de extrañarnos, pues los socialistas
son especialistas en socavar los derechos fundamentales y libertades de los
ciudadanos, con una actitud claramente totalitaria.
Ya en el S. XIX Frederic Bastiat en su obra “La
Ley” nos decía que era necesario
“Un debate -que bien podría
reproducirse hoy mismo- sobre la libertad individual y el papel del
Estado con respecto a ella.”
El último ejemplo de esta tendencia totalitaria
ha sido protagonizado por la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, que ha
declarado que los medios de comunicación deberían reservar un espacio para ofrecer
información pública, es decir, comunicaciones provenientes directamente
del Ejecutivo.
Y añadió que “los medios tienen que tener un
espacio especial en el que se eviten los «intereses sesgados» y se proporcione
información oficial como se hace, por ejemplo, con el tiempo meteorológico.”
Concluyendo que con eso “se conseguiría que la información
se aproxime a un interés no sesgado previamente.”
¿De qué guindo piensa este Gobierno de izquierdas
que se han caído los ciudadanos a los que gobiernan?
Realmente ¿Piensa la ministra portavoz que las informaciones
procedentes del Gobierno —el más mentiroso y falsario de nuestra
historia— no estarían “previamente sesgadas”?
La intervención de la portavoz nos recuerda otros
tiempos, concretamente nos retrotrae a la Ley de Prensa franquista
de 1938, que establecía que todos los medios de comunicación estaban
sometidos a la inserción obligatoria de cuantas informaciones, comentarios,
crónicas y fotografías se estimaran pertinentes por las autoridades del
régimen.
Pero la idea no es nueva y conecta con los
postulados totalitarios comunistas.
Ya Pablo Iglesias – líder de podemos – afirmó en
2014 que
“la existencia de medios de
comunicación privados ataca la libertad de expresión.”
Esta actitud de la izquierda es contumaz y
atenta directamente contra la libertad de prensa y expresión.
Y ello se demuestra con el hecho de que el
comunista Enrique Santiago vaya a asesora al Gobierno sobre desinformación
y fake news.
Pues ya ven ustedes, ¿qué mejor que un comunista para
ser experto en manipulación y fake news, cuando desde tiempos de Lenin la
mentira ha sido considerada por ellos como un arma revolucionaria?
Mientras tanto, el Gobierno ha creado
internamente una misteriosa Comisión Permanente contra la Desinformación,
activa desde finales de 2020, órgano que la oposición bautizó como
«Ministerio de la Verdad» y que está formado únicamente por miembros
del Gobierno y que, al parecer, monitoriza medios y redes sociales con
el argumento de proteger la seguridad del Estado frente a agentes
internos o externos que supongan una amenaza. «Prevenir, detectar
riesgos y neutralizarlos», es su lema.
Y para rematar la faena contra la libertad de
prensa, doña Victoria Rosell, Delegada del Gobierno contra la violencia
de género, insiste en la línea de censurar a los medios al declarar que:
“los medios no deberían informar
sobre las peticiones de reducción de penas de los delincuentes sexuales —provocadas
por la nefasta ”Ley del Si es Si”— porque esa información alarma a las
mujeres”.
Todo ello me hace recordar a Gramsci que en
sus “Cartas desde la Cárcel” escribió:
“Vendrá el día en que ustedes
llevarán a la Nación a la ruina. Entonces nos corresponderá
a nosotros, los hombres libres, salvarla”
Hasta las más famosas sentencias de los
pensadores de la izquierda se han vuelto contra el Gobierno de izquierdas
de Sánchez.
Si consentimos al Tirano, y a
la gentuza que transita por los vericuetos del poder político o social, que
prosigan avanzando por el camino de la Tiranía, acabaremos esclavizados,
privados de libertad y condenados a una vida miserable.
Así que, creo apropiado como
video musical, el “Coro de los Esclavos” ―que es en lo que la izquierda quiere convertirnos― de la Ópera Nabucco de Verdi.
©2022 Jesús Fernández-Miranda y Lozana
[i] Dickens, Charles
(1991). Personal History of David Copperfield. Time Warner Libraries. ISBN
1879329018.
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