Con el permiso —o
sin él— de los progres woke, defensores de la corrección política de la “Neolengua”,
voy a referirme a “el hombre” para referirme a hombres y mujeres utilizando el “masculino
genérico” propio de nuestro idioma,
defensor del principio de economía en el lenguaje.
Pues un hombre seguro de sí mismo —como yo me considero— llega
a la conclusión de que si, a veces, no le
importa su propia opinión, no cuesta
imaginar lo poco que valorará, con pocas excepciones, la opinión de otros,
sobre todo si confrontan con las suyas propias.
En
esta “Reflexión Heteróclita” voy a tratar de analizar los condicionantes y requisitos
que son imprescindibles para lograr la condición de “Hombre Completo”, que los
filósofos definen como aquel hombre, acabado, perfecto, que no le falta nada.
Para llegar a ello
es preciso cumplir, el primer y fundamental lugar, el mantener siempre el respeto
por uno mismo, que permite exigir el respeto ajeno, esencial para lograr
meditar en paz y soledad sobre uno mismo.
En
ese sentido se manifiesta la expresión clásica:
Soy una persona muy tranquila. Pero si te metes conmigo,
te enseñaré que el apellido de mi padre no lo llevo de adorno.
En cualquier caso, el rasgo más tóxico de un hombre
seguro de sí mismo es que su cerebro está capacitado para expulsar a cualquier
individuo indeseable de su vida y fingir que nunca existió, pero pensando que ser
diferente no es bueno ni malo, simplemente significa que se tiene el suficiente
coraje para ser fiel a la idea que cada uno tiene de si mismo.
Y a esos otros les pide que le respeten, exigiendo que
hablen de él solamente cuando quien lo haga tenga una vida que sea un verdadero
ejemplo.
Ahora bien, si no se le respeta como él exige, se
provocará el despertar de su bestia interior, y no puede obviarse que lo malo
de despertar a su bestia interior, es que no hay nadie que la detenga.
Cuando ves a alguien que siempre está tranquilo,
increíblemente amable y evita los conflictos, ten cuidado con esa persona, pues
lo percibe todo.
Permanece en
silencio porque saben que si se enfadan hará daño.
Guardan todo dentro eligiendo mantenerse calmados.
Pero el día que exploten será una verdadera tormenta. Y
quien haya desencadenado esa ira, soportará las consecuencias.
Todos tienen un límite, y para ellos, este límite suele
ser más alto que para la mayoría de las personas, pero una vez que se cruza,
espera una súper tormenta. Por eso es esencial respetarlos, no confundas su
silencio con debilidad.
Detrás de cada sonrisa tranquila, hay una fuerza y
determinación que pueden sorprenderte.
Dentro de la tranquilidad yace el reservorio de la resistencia.
Cuidado con la calma, porque dentro de ella se oculta la
tempestad.
¿Y porque debería pedir disculpas por el monstruo en que en
ocasiones excepcionales se convierte?
Sus enemigos nunca pidieron perdón por hacerle así como
es. Fue llevado al límite, fue traicionado y herido sin que jamás reconocieran
el dolor que le causaron. Sufrió Él fue quien tuvo que recoger los pedazos y
tratar de reconstruir. Así que ahora si trata mal a sus enemigos que se aguanten.
Y de tal manera anda por el mundo precedido por una
amenaza implícita a los irrespetuosos de que todo aquel que intente destruir sus
planes conocerá el verdadero infierno que vive en él, por lo que aconseja, en silencio,
que no se le ponga en una situación que tenga que demostrar lo cruel y frio que
puede llegar a ser.
Al final olvida las ofensas, pero recuerda los nombres de
quienes le ofendieron.
Otro de lo rasgos del hombre completo, es que no sabe
cómo terminará su historia, pero en la descripción de su vida nunca leerás, que
se dio por vencido.
Y no engaña a nadie, pues si inclina la cabeza y doblo mi
rodilla, no te confundas, no se está rindiendo sino dando gracias por todo al
Creador, de pie ante el mundo y de rodillas ante Dios.
A algunas personas nunca les va a caer bien, y a él nunca
me va a importar pues considera una liberación que haya una persona menos a
quien saludar, y si hablan de él a sus espaldas, significa que se le respeta lo
suficiente para mantener la boca cerrada ante su presencia, y sabe cuán
poderoso es cuando descubre que se tienen que unir más de uno para intentar
destruirle.
El hombre completo sabe, también que lo hombres que no
dominan sus emociones son peligrosos.
Imagina un mundo donde el trabajo y responsabilidad hayan
sido vencidos por sentimientos, estos hombres sin dirección y frágiles forjan
un mundo de caos.
Por ello, los estoicos antiguos valoraban virtudes como
coraje, razón y disciplina.
El coraje enfrentaba el miedo y la incertidumbre, la razón
combatía la ignorancia y la disciplina construía carácter y virtud rechazando
la cobardía más allá de los sentimientos.
por ello la regla estoica esencial es que el más poderoso
es quien tiene control sobre sí mismo.
Un hombre completo y seguro de si mismo, sin amigos o con
un círculo pequeño es alguien con quien no te metes.
Aprendió por las malas que es más importante la calidad
que la cantidad.
No necesita una multitud para sentirse fuerte. Su poder viene
desde de si mismo.
Mientras otros buscan aprobación, el camina solo por
elección.
Ha visto a los amigos falsos el trauma y la traición.
Tras su evolución a su estado actual, se mantiene en paz.
Intocable. No necesita a nadie para sentirse completo, pues es completo por sí
mismo.
Para él un amigo real vale más para él que cien falsos.
Su círculo es pequeño, su confianza se gana. A cualquiera
que traiga caos lo expulsa de su lado.
Su tiempo es valioso lo maneja como un Rey, sabe lo que
quiere y nunca se conforma.
Así que cuando te encuentras con un hombre así, seguro de
si mismo y sin amigos o con un círculo pequeño, no lo confundas con debilidad.
En cuanto a sus principios básicos no puede olvidarse la
actitud de no aceptar la derrota, que se resume en la frase latina VOLTURATUS NON
VICTUS —Herido, pero no derrotado—.
Desde luego, e hombre completo no está nunca tan bien
como quisiera, ni tan mal como otros quisieran. Pero sigue en su lucha, puede
que se caiga, pero no se quedará en el suelo.
Podrás verle cansado. Podrás verle caído. Podrás verle
fallando. Podrás verle sufriendo. Pero nunca le verás rendirse.
Como decía Immanuel Kant, el cielo estrellado sobre mí y
la ley moral dentro de mí.
Kant, con esa frase, nos hace reflexionar sobre dos cosas
que siempre le fascinaban: el vasto universo y la moral humana. Mirar al cielo,
a las estrellas, nos muestra cuán pequeños somos en comparación con el cosmos,
pero también nos recuerda la grandeza de nuestra capacidad de razonar y actuar
moralmente.
En resumen recuerda que tienes dentro de ti la capacidad
de hacer lo correcto. No importa lo que esté pasando fuera de ti, el verdadero
poder está en cómo eliges actuar.
Escucha tu voz interna, sigue esos principios Morales y
conviértete en la mejor versión de ti mismo.
En una bella frase de Nietzsche: el hombre completo es un
bosque y una noche de árboles oscuros, sin embargo nadie debe tener miedo de mi
oscuridad, pues siempre encontraremos taludes de rosas debajo de los cipreses.
Para concluir esta “Reflexión Heteróclita”, tengamos en
cuenta que a lo largo de la vida nos vamos volviendo adictos a la soledad, a
sentir paz, a no dar explicaciones, a tener nuestro espacio, a no dejar entrar
en el corazón ni en la piel a cualquiera, a ser autosuficientes y brillar
solos. Y no es por miedo, es por amor propio.
Pero en cualquier caso, no permitas que nadie hable de lo
que no ha visto de tu vida, ni que condene lo que tú sólo hayas has sentido.
Cada uno sabe el dolor que carga, el peso que lleva, la
dificultad que pasa y las luchas que enfrenta.
Todos tenemos
nuestra propia historia de vida, que no corresponde ser juzgada por quien no la
vivió ni la conoce.
Finalmente nunca discutas con un necio que cree saberlo
todo, pues es como darle medicinas a un muerto.
El silencio no significa que se esté de acuerdo con él,
es que su nivel de estupidez te habrá dejado sin palabras, y ciertamente
tendrás cosas mejores con que las que vale perder el tiempo
Y siguiendo m costumbre, pongo fin a esta “Reflexión
Heteróclita” con Plácido
Domingo interpretando “Perfidi!... Pietà, Rispetto, Onore” de la Ópera Macbeth de
Verdi.
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