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viernes, 4 de agosto de 2023

OTRA VEZ ME DESPIDO HASTA EL OTOÑO


 

“Hay dos clases de personas realmente fascinantes: Las que lo saben absolutamente todo y las que no saben absolutamente nada.” Oscar Wilde

      No puedo estar más que de acuerdo con el gran cínico británico.

    En nuestro mundo, además de la gente normallas personas normales por desgracia son las menos― existen esos dos grupos de personajes fascinantes por su propia actitud intelectual.

    Los segundos son los más agradecidos, viven en permanente estado de beatitud y son buena gente que están siempre felices consigo mismos, aunque su desconocimiento solo aporta mayores sombras a nuestro permanente estado de incertidumbre.

    En ese sentido recuerdo la deliciosa película “El Jardinero” de Peter Sellers, en la que el genial actor inglés encarna aun beatifico ignorante ―que podríamos englobar sin duda alguna en la segunda de las categorías de personas apasionantes― que aparece ante el mundo como un sabio de profundidad insondable, al amparo de sus simples reflexiones botánicas.

    La especialización en este mundo es tal, que es fácil acabar siendo un experto conocedor en temas intrascendentes y un completo ignorante en temas trascendentales.

     La ignorancia y la sabiduría son, a veces, caras de la misma moneda.

    Yo mismo, en ocasiones ―he de reconocer modestamente mis pecados― me inclino a deslizarme en la creencia, imperdonable, de saber más de lo que realmente sé de muchas cosas, aunque en otras ocasiones me reconozca un autentico ignorante indigno de la más mínima consideración intelectual.

    ¡¡¡Que le vamos a hacer!!!

    En todo caso espero de la bondad de mis destinatarios el no verme clasificado definitivamente dentro de ninguno de ambos grupos, si no en la de los “heteróclitos”. Que como me decía un buen amigo, comentando mi POST "LAS MUSAS"

Está muy bien lo de Reflexiones Heterócliticas, ir contra la corriente, o por decirlo de alguna manera, ir contra el espíritu del tiempo o de los tiempos; contra el Zeitgeist por decirlo en palabras de Heidegeer.

Pero ¿en qué consiste este espíritu del tiempo? El psícologo suizo Carl. G. Jung lo definía así: el espíritu del tiempo escapa a las categorías de la razón humana.
Es un "penchant", una inclinación sentimental que, por motivos desconocidos, obra con fuerza de sugestión soberana sobre todos los espíritus débiles y los arrastra.
Pensar de modo distinto a como se piensa hoy en general ha tenido siempre un tufo de ilegitimidad intempestiva, de aguafiestas; también casi de incorrecto, de enfermizo o de blasfematorio, no desprovisto de graves peligros sociales para aquel que nada, así de modo absurdo, contra la corriente

    Llegados a este punto quiero reflexionar a cerca de estos breves opúsculos que os transmito.

    Una de las razones por las que inicié, hace algunos años, esta ronda de escritos, tal y como decía en mi presentación, consistía en satisfacer el deseo de conseguir en el lector una sonrisa, una reflexión, una crítica, una alteración de su ánimo cotidiano, y si lo consigo, aunque sea levemente, habré triunfado.

    No se si lo habré logrado, pero aún de no ser así no pasaría nada, pues he de reconoceros que mantener vivo este juego “pseudo intelectual” y “pseudo literario” que he iniciado, me ha permitido superar la sensación, siempre frustrante para el escritor, de que solo escribo para mi mismo.

    Continuaré, pues, remitiendo mis escritos a la lista de amigos a los que he decidido castigar con mi presencia, casi cotidiana, en la pantalla de sus ordenadores o teléfonos, hasta que algún día, alguien, harto ya de mis insensateces, me haga reconsiderar mi dedicación a la escritura y me aconseje destinar mi tiempo literario a ocupaciones menos sesudas, más propias de mi carácter y mis habilidades.

    En definitiva, os agradezco que me hayáis permitido disfrutar escribiendo y contar con la compañía de mis lectores, cuya benevolencia es admirable, pues nadie ha protestado por mi ataque a su intimidad

     Así que he tomado la decisión de dejaros descansar algún tiempo, sobre todo pensando que durante estos días de verano va a ser difícil que consultéis vuestros WA y no quiero que, en la terrible “reentrè”, os encontréis con un cúmulo de escritos indigeribles.

    Y esta fecha del 4 de agosto fue el día en que en 1693 el fraile francés Dom Perignon inventó el champagne, bebida muy adecuada, si está bien fría, para estas fechas estivales, mientras que en 1861 se alcanzó en Sevilla la temperatura de 50º centígrados ―lo que no es sino un guiño de escepticismo frente a la propaganda climalarmista sobre el calor que estamos pasando―  y finalmente en 1897, en el yacimiento arqueológico de La Alcudia, en Elche, se descubrió la famosa escultura íbera de la Dama de Elche, razones curiosas, entre otras muchas, que me hacen pensar que hoy, día en que los católicos celebramos a los Santos Varos, Eudoxia, Ia, Aristarco y Agabio, es la fecha más adecuada para anunciaros que os dejo tranquilos por un tiempo.

    Así que he pensado que sería bueno que nos concedamos unas largas vacaciones.    

    Eso sí, yo, durante este tiempo, procuraré hacer acopio de escritos, si la inspiración no me falla, y así, cuando vuelva el otoño, cuando recuperemos las tardes de “escopeta y perro” ―esas tardes en las que lo que apetece es dejar la escopeta en un rincón y arrellanarse en el sillón preferido para leer con el perro echado a tus pies al calor de la lumbre― podré continuar castigando vuestro espíritu y vuestra paciencia con mis “Reflexiones Heteróclitas”.

    Mientras tanto os deseo a todos felices vacaciones y provechoso descanso.

    Al menos espero, con mi silencio, contribuir a ello.

    Y me despido hoy, como siempre con una pieza musical, “El Verano” de las Cuatro estaciones de Vivaldi


© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana