A diferencia de Chateaubriand hablo frecuentemente de mis intereses, de mis emociones, de mis trabajos, de mis ideas, de mis afectos, de mis alegrías, de mis tristezas, sin pensar en el profundo tedio que el francés temía causar a los demás hablandoles de si mismo.
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martes, 25 de julio de 2023
GIJÓN
Hoy pensaba haber hecho una reflexión sobre los resultados electorales del domingo.
Sin embargo, la sorpresa de lo ocurrido me obliga a detenerme un poco a fin de no repetir lo que los medios de comunicación llevan diciéndonos desde que se conocieron los resultados finales de las elecciones.
En definitiva, no quiero repetir lo que todos habéis ya escuchado, sino llegar a conclusiones que puedan ser de vuestro interés, más allá de lo que ya todos hemos escuchado y conocemos.
Así que hoy dedico mi reflexión a Gijón
Gijón
es mi ciudad familiar, pues en ella nacieron tanto mi Padre como mi madre,
siendo mis abuelos de distintas procedencias ―aunque todos mis ancestros son
asturianos― y también mi lugar de veraneo durante mi infancia y juventud, por
ello voy a dedicarle este POST.
El
auge de Gijón durante el siglo II d. de Cristo es un hecho que ha quedado
plasmado en las termas o baños públicos, uno de los conjuntos arqueológicos romanos
más significativos legados por su civilización a la ciudad.
En
relación con su nombre, Miguel de Unamuno considera que provendría del latín
saxum ‘peñasco’, lo cual tendría relación con las características geográficas
de su emplazamiento.
Otras interpretaciones
buscan el origen del término en voces celtas como:
gy:
‘agua’ + om: ‘rodeada’ (según Bullet);
egi +
gon: ‘sitio estrecho y recogido, alto y bueno’ (según Becerro de Bengoa).
Finalmente
hay quien, basándose en el primitivo carácter de Gijón como asentamiento
militar, propone la palabra sessio, teoría que reforzaría la presencia de unas
‘aras sestianas’ o ‘aras sessianas’ en la Campa Torres.
Por último, también cabe suponer que, puesto
que la ciudad fue fundada por la Septima Legio Gigia Macedonica, deba a ello su
nombre.
Sus
gentes vivían principalmente de la agricultura y la ganadería, al tiempo que se
intensificaba la pesca, de lo que da fe el hallazgo de los restos ―fechados en
los siglos III y IV― de una factoría de salazones en la plaza del Marqués,
junto al palacio de Revillagigedo.
Con la
caída del Imperio romano y las posteriores invasiones se produjo un abandono de
la civitas gijonesa, ignorándose las causas de su despoblamiento en el
transcurso de la Alta Edad Media, periodo en el que escasean las noticias sobre
Gijón, que revive para la Historia en el momento en que el soberano Alfonso X
le otorga, el 12 de mayo de 1270, la condición de puebla, hecho reflejado en
documentos de San Vicente de Oviedo.
Sin
embargo, esa reaparición histórica se ve ensombrecida por los acontecimientos
que siguieron a la muerte del rey Alfonso XI, en la siguiente centuria; Gijón
sirve, entonces, de escenario a un enfrentamiento entre partidarios del rey Pedro I y Enrique de Trastámara.
En el
s. XIV gobernaba Gijón Rodrigo Álvarez de las Asturias, titular de los condados
de Gijón y Noreña. Fue tutor de Enrique II, hijo bastardo de Alfonso XI, al que
Gijón apoyó en sus enfrentamientos con su hermanastro Pedro I.
Gijón era entonces una plaza fuerte encaramada
en lo que hoy se conoce como “Santa Catalina”, una península rocosa rodeada por
el mar y cuyo único acceso por tierra era a través de los arenales pantanosos
que le unen al continente, según puede verse en esta representación pictórica.
En el
que todo su frente rocoso, frente al arenal, estaba amurallado, existiendo un
muelle de madera, en la zona donde hoy está el antiguo muelle pesquero, y una
iglesia dedicada a San Torcuato, uno de los varones apostólicos discípulo de
Santiago, que colaboró con él en la cristianización de Hispania, en el espacio
que hoy ocupa la Iglesia de San Pedro.
Enrique
II dio a su hijo, Alfonso Enríquez, los condados de Gijón y Noreña, y este se rebeló
contra su hermano, el rey Juan I, a la muerte de su padre, y haciéndose fuerte
en Gijón, en 1383, hasta der derrotado y hecho prisionero.
Perdonado
por Juan, volvió a rebelarse contra el Rey su sobrino, Enrique III, quien
reacciona privándole de sus bienes.
Alfonso
Enríquez huye a Bayona, dejando al mando de la villa a su esposa Isabel, quien
en 1395 incendia la ciudad antes de abandonarla. Entonces, el rey toma la
determinación de que Gijón se incorpore a la Corona, aunque de hecho ya lo
había sido en 1388 cuando se crea el Título de Príncipe de Asturias por Juan I,
en beneficio de su hijo Enrique y a la esposa de este, Catalina.
En un
intento por superar la lucha dinástica entre las casas castellanas de Borgoña y
Trastámara, se recurrió al principado, ―señorío jurisdiccional de mayor rango
entre los que el rey puede otorgar― que no había sido reconocido a nadie.
El
título, designaba al infante primero en la línea de sucesión cuando el rey le
transmitía de manera efectiva el territorio del Principado, con su gobierno y
sus rentas.
Los
orígenes del Principado de Asturias se remontan a los condados de Noreña y
Gijón, territorios dotados de jurisdicción señorial que pertenecieron a Rodrigo
Álvarez de las Asturias, a los que ya hemos hecho referencia.
Estos señoríos presentaban una extraordinaria
singularidad: eran territorios que en tiempos remotos llegaron a ser el Reino
de Asturias, el identificado con los orígenes de la monarquía.
Al
morir Rodrigo sin sucesión en 1333, legó su patrimonio a Enrique de Trastámara.
Durante el reinado de Pedro I se desató «una verdadera guerra civil» que se
decantó en favor de Enrique III de Trastámara con la muerte de Pedro I.
El 8
de julio de 1388, fue acordado el Tratado de Bayona entre Juan de Gante y Juan
I de Castilla, estableciendo la reconciliación dinástica tras el asesinato del
rey Pedro I. Por este tratado, Juan de Gante y su esposa Constanza renunciaban
a los derechos sucesorios castellanos en favor del matrimonio de su hija
Catalina con el primogénito de Juan I de Castilla, el futuro Enrique III, a
quien se le otorgó como heredero la dignidad de príncipe de Asturias.
El título se concedió con cierta ceremonia.
La muerte prematura de Juan I y la minoría de
edad de Enrique impidió la conformación institucional y jurídica del
principado, mientras que Alfonso Enríquez se volvía a levantar tras obtener su
libertad por orden real. Asediado por las tropas del rey, fue sometido al
arbitraje del rey de Francia, que impuso al conde la devolución de los
territorios que poseía en Asturias. Se logró pacificar el territorio y se
confirmó su situación de realengo.
En los
primeros tiempos de la institución, el título de príncipe de Asturias no fue
solo un título de honor, pues el territorio asturiano les pertenecía como patrimonio.
Juan II dispuso finalmente en un albalá fechado en Tordesillas el 3 de marzo de
1444 la conversión del principado en señorío jurisdiccional, vinculando las
ciudades, villas y lugares de las Asturias de Oviedo con sus rentas y
jurisdicciones al mayorazgo de los herederos de la Corona ―dicho documento fue
en algún caso desobedecido e ignorado por los pueblos asturianos por
considerarse un «contrafuero»―.
Con la conformación legal se recuperó la
dualidad realengo-señorío (villa-tierra) que perduraría bajo la jurisdicción
del príncipe hasta la época de los Reyes Católicos.
El 31
de mayo de ese mismo año el futuro Enrique IV intentó hacer efectivo el mayorazgo
y recordó a Oviedo y las veintiuna principales villas asturianas que
pertenecían a su señorío. aunque no había «ejecutado ni usado [el principado]
así por causa de mi minoridad como por causa de los grandes debates y los
escándalos acaecidos en estos reinos».
En
1496 se intentó revitalizar el principado por Real Carta fechada a 20 de mayo,
en la que los reyes, «queriendo observar la costumbre antigua» de sus reinos ―en alusión a Aragón―, dieron al príncipe Juan las rentas y jurisdicciones de
los lugares de Asturias que habían pasado a pertenecer a la Corona,
reservándose la mayoría de la justicia y la condición de no enajenar el
patrimonio.
Pero
volvamos a Gijón, tras esta digresión.
La
repoblación de la villa de Gijón comenzó en 1400.
En
1480 los Reyes Católicos dan su autorización para que en Gijón se construya un
puerto de piedra, y se le den los medios para llevarlo a cabo.
A
partir de entonces la historia de Gijón aparece vinculada estrechamente al
desarrollo de su puerto. En las postrimerías del s. XV se crea el primer muelle
de mar, complementado en 1552 con un muelle de tierra. Gijón comienza su actual
fisonomía en 1600 al extenderse sobre el arenal y la laguna que ponía cerco a
su antiguo asentamiento.
El
Real Decreto de 1765 y el Reglamento de 1778 fueron dos disposiciones que permitieron
al puerto de Gijón el libre comercio con las colonias americanas, lo que llevó
a la villa a conocer un moderado crecimiento urbano, cuyo ordenamiento se
contempló en el Plan de Mejoras para la ciudad diseñado por Jovellanos y
aprobado por el Ayuntamiento en 1782.
A
fines del XVIII ostenta la capitalidad marítima de la región y se independiza
de la Capitanía de Castilla al comienzo del XIX. Gijón tiene en 1794 el
carácter de ciudad industrial y comercial que ya no le abandonaría hasta
nuestros días.
No
obstante, durante los últimos años la crisis de la siderurgia y el sector naval
ha supuesto la reconversión de su tejido productivo, lo que ha transformado la
ciudad en un importante centro turístico, universitario, comercial y de I+D+I.
Y finalizo, como siempre con una nueva pieza musical, en esta ocasión la habanera “Gijón del Alma”, muy popular el la
villa gijonesa, cantada por Vicente Díaz.
Con este espanto de política que estamos padeciendo, es un regalo para los oídos escuchar esta preciosa canción de “Gijón del alma” que siempre nos evoca bonitos recuerdos a los asturianos. Y también es un regalo para nuestra inteligencia conocer un poco más la Historia y los orígenes de este rincón de esta Asturias tan querida por nuestro ilustre Jovellanos. Por lo tanto, doblemente gracias.
Estupendo repaso a la historia de Gijon!! Lo leo disfrutando a la vez de las vistas a la ria de villaviciosa, bajo la parra del bar del puntal, abrazo Jesus
Con este espanto de política que estamos padeciendo, es un regalo para los oídos escuchar esta preciosa canción de “Gijón del alma” que siempre nos evoca bonitos recuerdos a los asturianos. Y también es un regalo para nuestra inteligencia conocer un poco más la Historia y los orígenes de este rincón de esta Asturias tan querida por nuestro ilustre Jovellanos.
ResponderEliminarPor lo tanto, doblemente gracias.
Estupendo repaso a la historia de Gijon!! Lo leo disfrutando a la vez de las vistas a la ria de villaviciosa, bajo la parra del bar del puntal, abrazo Jesus
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