“La mala suerte es, con frecuencia, culpa de la estupidez y no hay contagio más pegadizo para los próximos al desdichado. En la duda lo mejor es acercarse a los sabios y prudentes, pues tarde o temprano dan con la buena suerte. Si bien se piensa, no hay otro camino sino el de la virtud y la prudencia, porque no hay más buena ni mala suerte que la prudencia o la imprudencia.”
Hablando
de suerte, yo tengo la de contar con un conjunto de pacientes receptores de mis
escritos que no han echado, todavía, las patas por alto protestando por mis
desvaríos, aunque me consta que, en su bondad, algunos de ellos pasan de mi
tabarra.
Y
les entiendo, pues ya Séneca nos advertía de que "quién te regala su tiempo te
está regalando algo que nunca recuperará".
En
todo caso, Fortuna, diosa romana primogénita de Júpiter y diosa de la suerte
y el destino, es una de las evocaciones más frecuentes que podamos encontrar en
la literatura y tiene el vicio, según Virgilio, de sonreír a los audaces.
No
quisiera quedarme en estas mis reflexiones en meros comentarios intrascendentes
que hagan que mis lectores puedan llegar a calificarme de “Morosofo” —sabio que desbarra o sabio tonto,
palabra inventada por Luciano en “De rerum natura” y recogida por Erasmo en su “Elogio
de la estulticia”—.
Mi
reflexión sobre la fortuna, o suerte, tiene más contenido de lo que inicialmente
pudiéramos pensar, y plantea debates intelectuales y filosóficos trascendentes.
Conceptos,
como la Fortuna, han tenido un papel central a lo largo de la historia del
pensamiento filosófico.
Estos
conceptos se han empleado para dar algún sentido a la acción humana o para
explicar conceptos básicos en un determinado postulado.
Maquiavelo
entiende la acción humana y el devenir histórico ligados a la diosa Fortuna entendiendo
que las cosas humanas y la historia no dependen del todo de los hombres, pues
la fortuna juega un papel muy importante en lo humano.
Para el florentino la Fortuna equivale al
escenario donde el hombre se mueve: donde decide y actúa, donde alcanza la
gloria o la derrota.
La
Fortuna es aquello que transcurre sin mirar a los fines humanos.
Es
el hombre quien se enfrenta a la Fortuna, e incluso es quien puede llegar a
alterarla, pues la naturaleza humana que actúa, por necesidad o por ambición, nunca está satisfecha con lo obtenido y, al desearlo todo, no puede obtenerlo,
de ahí la desdicha y de ahí los cambios de la fortuna.
Mediante
el ejercicio de la virtud, el hombre se impone sobre la Fortuna, se impone
mediante su propia acción, ejerciendo su libre albedrío, con prudencia, a esa
secuencia de eventos desordenados en el tiempo que constituyen los aspectos
aleatorios del devenir de su propia vida.
Es
decir, depende de la voluntad humana el dominio de la Fortuna:
“los
hombres pueden secundar a la fortuna, pero no oponerse a ella, pueden tejer sus
redes, pero no romperlas”
dice Maquiavelo.
Así,
la virtud existe como la antítesis de la Fortuna, pues es la única que puede
modificar la naturaleza de los hombres.
De
ahí que la Fortuna responda a la virtud, y, por el contrario, gobierna ahí
donde no se tiene suficientemente preparadas virtudes
“así
sucede con la fortuna, que se manifiesta allí donde no hay virtud preparada
para resistirle y dirige sus ímpetus allí donde sabe que no se han hecho diques
ni reparos para contenerla”
insiste el
florentino
Cuando
Maquiavelo menciona la virtud está haciendo alusión a una virtud civil independiente
de cualquier intervención divina o religiosa, que conducirá al establecimiento
de una república que pueda dominar a la Fortuna integrando a sus ciudadanos en
una sociedad autosuficiente y estable.
Maquiavelo
opta por un humanismo cívico que identifica al bien con la ciudadanía, lo que
significa que, además de secularizar la virtud, la está politizando.
Con
ello, la virtud de los ciudadanos da estabilidad a la república, y viceversa;
además, tanto en el plano de la política como en el personal, la virtud civil
es el único medio contra la Fortuna, e incluso es el medio por el cual la
naturaleza humana puede tender hacia el bien.
En la misma línea de considerar que la fortuna depende del propio sujeto, se manifiesta Nietzsche, que nos plantea estás cuestiones:
"¿Qué es lo que determina la suerte en nuestra vida? ¿Se la debemos a los acontecimientos de cuyo vórtice nos vemos excluidos? ¿O no será nuestro temperamento el que marca el color dominante de los acontecimientos? ¿Acaso no se nos aparece y enfrenta todo en el espejo de nuestra propia personalidad? ¿Y no dan al mismo tiempo los acontecimientos el tono propio de nuestro destino, en tanto que la fuerza y debilidad con la que se nos aparece depende exclusivamente de nuestro temperamento?"
Y
llegados a este punto, y tras desearle fortuna electoral a los partidos de la derecha en las elecciones, que permita "derogar el sanchismo", concluyamos nuestra reflexión con un nuevo video
musical, hoy La Obertura de “La Fuerza del Destino” de Verdi
Hace unos días se celebraron los exámenes para acceder a las escasas plazas en la enseñanza pública. A un amigo que se presentaba por segunda o tercera vez le deseé mucha suerte y cuando le pregunté cómo le había ido me dijo que de cinco temas que había sacado, no sabía bien ninguno de los cinco . Eso no es mala suerte, es falta de preparación, estudio y esfuerzo. Aquí tiene poco que ver la fortuna. Hay un dicho conocido: “al saber lo llaman suerte”.
ResponderEliminarY con lo expuesto tan brillantemente en este artículo por su autor, fortuna es sin lugar a dudas lo que sus lectores tenemos con usted, no porque perdamos nuestro tiempo sino más bien porque nos enriquecemos con su talento. Es una Fortuna en mayúscula, poder disfrutar de sus reflexiones, siempre enriquecedoras y amenas. Gracias de verdad.
Uffff querido Jesús, en este punto debo reconocer que tengo pensamientos contradictorios. Si bien coincido con mi difunto abuelo en que "...la suerte es estar preparado para cuando llega el momento...", no es menos cierto que la vida a veces me ha sonreído con la buena fortuna y también con la fortuna más nefasta y en ambos casos sin yo haber intervenido en "palabra, obra u omisión"... ¿A que se debe..? No lo sé, me gusta pensar que la buena suerte es cuando conseguimos derrotar al destino aciago. No será cierto pero le da una pizca de épica a nuestra desdichada vida... 😅
ResponderEliminarUffff querido Jesús, en este punto debo reconocer que tengo pensamientos contradictorios. Si bien coincido con mi difunto abuelo en que "...la suerte es estar preparado para cuando llega el momento...", no es menos cierto que la vida a veces me ha sonreído con la buena fortuna y también con la fortuna más nefasta y en ambos casos sin yo haber intervenido en "palabra, obra u omisión"... ¿A que se debe..? No lo sé, me gusta pensar que la buena suerte es cuando conseguimos derrotar al destino aciago. No será cierto pero le da una pizca de épica a nuestra desdichada vida... 😅
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