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martes, 27 de enero de 2015

Ν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα - Lamentos Griegos



Ν οδα τι οδν οδα :“Solo sé que no sé nada. [1]

"Lo poco que he aprendido carece de valor, comparado con lo que ignoro y no desespero en aprender" [2]

“Solamente hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y del universo no estoy seguro” [3]

Estas son afirmaciones referentes a los principios de los que nace la sabiduría: el convencimiento de la propia ignorancia y el íntimo deseo de aprender del mundo todo aquello que se ignora, todo lo que se intuye y sin embargo no llega a conocerse.

Y es la mirada que ilustra esta breve reflexión heteróclita, una mirada interrogante y perdida curtida por mil vientos, la que he querido traer como representación gráfica de ese deseo de superar las incógnitas que la vida plantea a todo hombre.

Admiro a quienes lo saben todo, pues en el fondo saben casi nada de casi todo, aunque improvisen maravillosamente y sean conversadores amenos aunque vacuos. Son una especie que deambula por los cafés y los salones y son un recurso fácil a un rato aburrido, aunque acaben cansando.

Lo peor es que el ignorante en cuestión esté poseído por el sentimiento de “tener razón”, en ese caso el duelo dialéctico es, siempre, desequilibrado, pues una característica inconfundible del ignorante sabio es la de no aceptar que se le lleve la contraria, o que se le demuestre su error, y generalmente concluye aseverando que su interlocutor no sabe de qué habla y que él, que tiene razón, es un sabio incomprendido. Lo que nos llevará a despedirle con cortesía.

Aunque ya sabemos que:

«La cortesía ha sido definida, algo cínicamente, como un artificio de las personas inteligentes para mantener a cierta distancia a los necios». [4]

Ya decía Alfonso X el sabio que los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen.

Y así, desde la ignorancia reconocida, me enfrento a una nueva situación que no se en que medida afectará al futuro de Europa: Los resultados electorales griegos.

Puede que yo sea un optimista, aunque se dice que un optimista no es más que alguien mal informado.

Lo cierto es que creo que el nuevo gobierno Griego poco va a poder hacer si no es poner orden dentro de esa casa desastrada que es el Estado y la Sociedad griegos, y a partir de ahí tratar de recuperar una economía destrozada por reiterados abusos de la sociedad y el Estado, y mantenida con endeudamiento a costa de sus socios europeos ─España es acreedora de más del 10% de la deuda pública total griega─ pues el pretendido incumplimiento de sus obligaciones financieras para con la UE le llevaría a una situación infinitamente peor de lo que fuera el famoso “corralito” argentino.

Y es que la afirmación “si queremos podemos” no es más que una falacia; el mundo está tan interconectado, los intereses geopolíticos, estratégicos y económicos de los bloques internacionales son tan complejos, y la realidad económica está tan dominada por los mercados, que no basta con que los políticos vencedores de las elecciones griegas quieran adoptar medidas contrarias a lo que ellos llaman “política alemana de austeridad”, pues no es la pretendida austeridad lo que ha provocado la actual situación, sino la ineptitud política y social para adoptar las medidas adecuadas para, con las ayudas paneuropeas, solventar, al menos en parte, la situación que Grecia sufre.

Naturalmente, los intereses macroeconómicos de los socios europeos de Grecia harán posible que los programas de ayuda se prorroguen, y facilitarán nuevas ayudas a la economía griega, pero es muy posible que a costa de perder gran parte de su soberanía político/económica.

No olvidemos sin embargo que la economía griega representa tan solo el 1,7% de la economía de la zona euro, y que algunos socios europeos, cansados de la anarquía griega ─siento decirlo, pero de raíz cultural turcomana─ puede llevar a que los países del norte europeo dejen caer al país heleno, y en tal caso el fracaso de sus políticos sería estrepitoso, pues la situación de “default” o suspensión nacional de pagos, la falta de recursos económicos con que sostener el gasto público e incluso la economía privada ─por la quiebra de su sistema bancario─ y el colapso de su economía, darían lugar a una situación peor incluso a la de la Argentina de sus peores momentos, siguiendo la senda del chavismo bolivariano, con un final muy parecido al que le espera a la muy rica aunque arruinada ─por sus propios políticos─ Venezuela.

Se me tachará de agorero por los analistas de la izquierda, que nunca se enteran de nada de lo que en verdad sucede en la economía real y que transitan por los caminos de sus experimentos o teorías de política económica de manual, pero seguro que hay algún analista independiente o de carácter liberal que no se encontrará en posiciones de opinión muy lejanas a las mías.

Son estas razones las que nos hacen confiar en que España no es Grecia, Podemos no es Syriza ─más parecido a IU por su ya histórica implicación institucional y su propia estructura interna─ ni la situación económica española va a la deriva sino que hay indicadores que demuestran claramente que estamos en la senda de la recuperación, con crecimientos económicos superiores a los de la media europea, a diferencia de la economía griega perdida en un verdadero laberinto del Minotauro.

 Grecia tiene, en estos momentos, a fecha 26 de enero de 2015, una prima de riesgo de 847 puntos de diferencial respecto del tipo de interés de los bonos alemanes, mientras que la prima de riesgo española se sitúa en la misma fecha en los 100 puntos.

Durante 2015 se han creado en España casi 500.000 puestos de trabajo, situando la cifra de paro en el 23,7% de la población activa, y con una población total de más de 45 millones de habitantes, con una cifra de trabajadores ocupados cercana a los 18,5 millones de empleados, mientras que en Grecia el paro se sitúa ─datos de octubre de 2014─ en el 25,8% de la población activa con una población total de 11 millones de habitantes.

Por otra parte el déficit griego se sitúa en el 12,2% de su PIB y su deuda pública se sitúa en más de 300.000 millones de euros superando el 176% de su PIB, que en 2014 tan solo ha crecido un 0,6% respecto de 2013, mientras que en España el PIB ha crecido un 1,6% durante 2014 respecto de 2013, con una deuda pública acumulada inferior al 100% del PIB y un déficit que no supera el 6%.

Pero entonces ¿Cuál es el problema real para que no exista en España una sensación generalizada de mejoría y una mayor confianza en nuestro futuro?
Pues, con independencia de la pésima labor de propaganda y explicación de sus conquistas que atenaza al PP en el Gobierno, según algunos periodistas por injustificados “maricomplejines”, lo cierto es que históricamente han existido, siempre, dos razones que explican el poco eco popular de la acción de los gobiernos conservadores en nuestra Patria:

En primer lugar porque la izquierda toda, que constituye el sector político y social que no es el PP, desde UPyD, escisión del PSOE, hasta PODEMOS, neorrevolucionarios comunistas radicales, es experta en el AGITPROP y en el movimiento de masas, pues como decía POLONIO en su historia de Roma:

“La muchedumbre es fácil de guiar (…) por eso sus agitaciones parecen las de las olas del mar.” [5]

O nos explica Stefan Zweig en estas palabras:

“No cabe duda de que en el fondo de la naturaleza humana hay un misterioso anhelo de autodisolución en la colectividad. Nuestra ancestral ilusión de que podría forjarse un determinado sistema religioso, nacional o social que brindara a toda la humanidad la paz y el orden definitivos, es indestructible.
El Gran Inquisidor de Dostoievski demuestra con cruel dialéctica que, en el fondo, la mayoría de los hombres teme la propia libertad y que, de hecho, ante la agotadora variedad de los problemas, ante la complejidad y responsabilidad de la vida, la gran masa ansía la mecanización del mundo a través de un orden terminante, definitivo y válido para todos, que les libre de tener que pensar.
Esa nostalgia mesiánica por una existencia libre de problemas constituye el verdadero fermento que allana el camino a todos los profetas sociales y religiosos. Cuando los ideales de una generación han perdido su fuego, sus colores, un hombre con poder de sugestión no necesita más que alzarse y declarar perentoriamente que él, y sólo él, ha encontrado o descubierto la nueva fórmula, para que hacia el supuesto redentor del pueblo o del mundo fluya la confianza de miles y miles de personas.” [6]

Y la segunda razón es que la derecha española ha sido, históricamente, experta en manifestarse en su propia contra y criticarse a ella misma, pues considera que gobernar consiste en dar exacto cumplimiento a sus más íntimas convicciones personales individuales y en gran medida religiosas en ocasiones de signo algo integrista, y carece de respeto hacia quienes desde sus mismas posiciones ideológicas pretenden gobernar razonablemente, pues el arte de gobernar consiste en hacer de lo imposible lo posible, solucionando problemas, pero sin crear otros mayores, que en muchas ocasiones se causarían si el gobernante se dejase llevar por los designios de la masa, como le ha sucedido, habitualmente, a los gobernantes de izquierdas, cuando sus poderes dictatoriales no están plenamente consolidados ─y pongo de ejemplo las luchas fratricidas en las que participaron todos los lideres frentepopulistas de nuestra II República, cediendo al chantaje de los radicales, o aniquilando a sus aliados/contrincantes, por salvar sus propios sillones y pellejos, aún a costa de la supervivencia de la propia República─.

Costumbre cainita de la derecha española que se refleja muy bien en la frase “al suelo que vienen los nuestros” del ministro de Franco Pío Cabanillas, aunque, al parecer, él mismo explicó que dicha frase era una adaptación de la original, expresada por el Poeta Luís Rosales: ¡!Al suelo que vienen los míos!!.

Aparte de estas consideraciones hay algo que creo que es fundamental abordar en esta reflexión y que no es otra que el caballo de batalla de todos estos movimientos populistas, LA CORRUPCIÓN de la que se hace responsable a quienes ellos llaman LA CASTA POLÍTICA.

Es absolutamente falso que los políticos sean los corruptos, la corrupta es la sociedad, pues sin ciudadanos dispuestos a entrar en el juego de corrupción esta no existiría, y hay corrupción cuando se llega al acuerdo con el médico amiguete de la SS para que te dé una baja laboral de unos días para ir a visitar a los suegros al pueblo, o cuando se paga un servicio en un taller mecánico y se pide la factura sin IVA, o cuando se obtiene un contrato con una Universidad y no se cumplen las obligaciones contractuales pactadas.

Corrupción que por otra parte afecta también a los PUROS y no hay más que ver como los líderes de la formación PODEMOS están implicados, si no en ilegalidades, si en inmoralidades, desde su financiación por regímenes como el iraní o el venezolano, hasta la creación de sociedades pantalla para cobrar con disminución de impuestos, o las adjudicaciones de concursos y pisos de protección oficial por parte de la pareja de alguno de ellos, que se ha enterado de esas irregularidades por la prensa, como la Infanta con los tejemanejes de Urdangarín.

Seamos sensatos, qué duda cabe que hace falta un esfuerzo de transparencia y honradez en la clase política, pero hace falta extenderlo a la sociedad toda, pues sin ciudadanos corruptos no habría políticos corruptos, y la corrupción existe en todas las escalas sociales en proporción a su capacidad económica de hacer “trampas” que no sólo deben escandalizarnos por su cuantía unitaria, sino por su mera existencia.
  




[1] Platón; Apología de Sócrates.

[2] Renè Descartes; Discurso del Método, 1637; Sexta Parte,

[3] Albert Einstein

[4] Ralf Waldo Emerson

[5] Polibio; Historia de Roma

[6] Stefan Zweig; “Castellio frente a Calvino” 

lunes, 26 de enero de 2015

REFLEXIÓN HETERÓCLITA SOBRE LAS ELECCIONES GRIEGAS



Es lamentable, aunque era previsible, que los plumillas de izquierdas se manifiesten escandalizados porque el partido de extrema derecha “Amanecer Dorado” haya sido la tercera fuerza política más votada en las elecciones de ayer domingo.

Nadie comenta, sin embargo que el partido ANEL, con el que Tsipras, líder de Syriza ha pactado para hacerse con la presidencia del Gobierno, es igual que él antieuropeista, xenófobo antiinmigración, nacionalista de derechas y tradicional defensor de la primacía de la Iglesia Ortodoxa en Grecia, y del respeto a sus privilegios políticos, vamos, casi fascista, pero como ha pactado con los rojos no pasa nada...

Y es lamentable que el comunismo que representa Syriza haya recibido en los países occidentales vitola de demócrata con aquella finta tan exitosa de Carrillo del Eurocomunismo, y es de destacar que no hay hoy en día formación comunista que pese a usar su bandera roja con la hoz y el martillo, cantar la internacional y ser anticapitalistas, usen su verdadero nombre de COMUNISTAS; por algo será que lo ocultan.

Sin embargo sus eslóganes, sus mensajes populares y su parafernalia sigue siendo la misma que la del comunismo del período de entreguerras, del que es muestra significativa nuestra España de la malhadada II República.

Marx ya criticaba a los revolucionarios hoy al uso con estas palabras, descriptivas y premonitorias:

“La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal.” [1]

Afirmando que cada Revolución ha de tener su forma y su estética propias, las adecuadas al momento histórico en que se produzca y no imitando las actitudes de otras revoluciones anteriores.

No parece ser esta la dinámica de PODEMOS, que no deja de ser un calco risible de los mensajes frentepopulistas de la España de los años 30 del s.XX.

La última memez de su líder Pablo Iglesias es afirmar que el Himno español, la “Marcha Real” le parece chusca y fascistoide.

¡Una pieza musical compuesta en el s.XVIII! calificada de chusca y fascistoide…

O es total incultura, o es ejemplo de aquel “lenguaje prestado” al que se refería Marx en la obra anteriormente citada.

Habría que recordar a todos estos mesías del antifascismo que en Europa el fortalecimiento de las fuerzas fascistas ha sido siempre paralelo al crecimiento del comunismo, y siempre en épocas de penuria económica en los que más fácil es atacar por el flanco populista de contentar a las masas.

En fin, que ha llegado Syriza al gobierno griego y sus émulos los PODEMITAS  andan de resaca con las alegrías de la victoria de sus parientes, pero esperemos unos meses,; faltan 10 en España hasta las elecciones generales, y veamos cual sea el efecto del nuevo gobierno griego en relación con los problemas de aquella nación.

Entonces veremos si estas cañas no se les hacen lanzas…




[1] Karl Marx; “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”; tercera edición alemana de 1885.

viernes, 23 de enero de 2015

TOLERANCIA Y LIBERTAD



Uno de los efectos más sorprendentes de los recientes atentados yihadistas en París ha sido el incremento de ventas de la obra de Jean Marie Aruel "Voltaire" “Tratado sobre la Tolerancia” [1], lo que nos lleva a  pensar que la sociedad francesa necesita una reflexión profunda acerca del concepto de Tolerancia y su verdadero significado.

La obra de Voltaire, sin embargo, se refiere a la tolerancia en Europa entre Católicos y Reformistas, tras una época en que la herejía había sido mutuamente corregida con los más terribles castigos físicos y aún la muerte del hereje.

En su introducción Voltaire resume el objeto de su escrito en un propósito:

“Interesa por lo tanto a la humanidad examinar si la religión debe ser caritativa o bárbara.”

Y es este y no otro el problema que hoy enfrenta Europa entera frente al fanatismo musulmán yihadista.
La obra de Voltaire está escrita en un momento ─la segunda mitad del s.XVIII─ en que las disputas de religión habían sido ya superadas en Europa, de una parte por la propia madurez de los contrincantes y de otra por el celo de sus gobernantes empeñados en imponer la paz social. Así Voltaire, nos recuerda que:

El gobierno se ha fortalecido en todas partes, mientras que las costumbres se han suavizado. La policía general, apoyada por ejércitos numerosos y permanentes, no permite además temer el retorno de aquellos tiempos anárquicos en que unos campesinos calvinistas luchaban contra unos campesinos católicos, reclutados a toda prisa entre las siembras y las siegas
Lo que ha de ponerse en relación con la frase de Stefan Zweig, en otro gran libro cuyo tema vuelve a ser la tolerancia “Castellio frente a Calvino” [2]:
Ningún pueblo, ninguna época, ningún hombre de pensamiento se libra de tener que delimitar una y otra vez libertad y autoridad, pues la primera no es posible sin la segunda, ya que, en tal caso, se convierte en caos, ni la segunda sin la primera, pues entonces se convierte en tiranía.
Voltaire Incluso llega a decirnos en su Tratado, que:

El Gran Señor (El Sultán Turco) gobierna en paz veinte pueblos de diferentes religiones; doscientos mil griegos viven en seguridad en Constantinopla; el propio muftí nombra y presenta al emperador al patriarca griego; se tolera a un patriarca latino. El sultán nombra obispos latinos para algunas islas de Grecia. Este imperio está lleno de jacobitas, nestorianos, monotelitas; hay coptos, cristianos de San Juan, judíos, guebros, banianos. Los anales turcos no hacen mención de ningún motín provocado por alguna de esas religiones.

Sin embargo mucho ha cambiado la situación de esa pacifica coexistencia en lo que fueran territorios del antiguo imperio Otomano, hoy dominados por las luchas fratricidas entre suníes y chiíes y por un exacerbado integrismo islámico que pretende imponer sus convicciones religiosas a sangre y fuego, decapitando a cualquiera que discrepe con ellos.

El fanatismo sigue pues, aunque con distintos protagonistas, inmolando por doquier vidas humanas en aras del respeto a una determinada tradición o pauta cultural, a unos convencionalismos que, muy probablemente, hayan perdido buena parte de su sentido, puesto que, de lo contrario, no habría que recurrir al temor y a la coacción para hacerlos prevalecer. ¿Acaso cabe una mayor subversión de los valores? ¿Cómo puede supeditarse la vida del otro (ese bien supremo e irreemplazable del que depende todo lo demás) a la imposición de una determinada verdad religiosa?

Y ante esa situación debemos detenernos a reflexionar sobre el alcance y dimensión de la tolerancia, su aplicación, su cómo y su de que manera, a fin de preservar esa pacífica convivencia entre quienes piensan diferente, que es, en definitiva, la razón del concepto mismo de la tolerancia y del sentido último de las democracias occidentales.

El DRAE define la tolerancia como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.

Ahora bien, la gran pregunta que occidente debe plantearse es si la tolerancia no debería, políticamente, ser matizada por el principio de la correspondencia, afirmando indubitadamente, de otra parte, que en la tolerancia no queda incluida la renuncia a las propias creencias o prácticas, aunque estas no sean aceptables para los demás.

En Europa se han venido produciendo acontecimientos que al amparo del concepto de “tolerancia” han ido mucho más allá de ella, penalizando las costumbres, hábitos o creencias de la mayoría de la población originaria de cada lugar en beneficio de las creencias y hábitos de vida de inmigrantes de otras culturas.

Es el famoso caso de la prohibición en París de los comedores sociales que repartían “Potauxfeu au cochon” que relato en mi post "CERDOS RACISTAS"  por ser atentatorio a las libertades de las minorías musulmanas o judías; o la permisividad en el uso del velo islámico en las escuelas laicas inspiradas en el principio de no exhibición de distintivos religiosos, mientras se retiran los crucifijos en las escuelas o se prohíben los adornos consistentes en cruces cristianas.

¿No estaremos penalizando nuestra propia cultura y religión por mor de la defensa de la cultura y religión de grupos cultural o religiosamente diferentes y minoritarios? ¿Es ello correcto?

Recogiendo el pensamiento de Castellio:

“Hasta la más legítima de las verdades, si es impuesta a otros por medio de la violencia, se convierte en un pecado contra el espíritu. Matar a un hombre no es defender la verdad, es sólo matar a un hombre”

Lo peor de todo es que esta actitud permisiva, con quien es diferente, en sus intentos de imponernos sus costumbres y principios, en el fondo, lo que refleja es miedo a la confrontación con él, en la línea del “apaciguamiento” usado con tan nefastos resultados por Chamberlain con Hitler.

Sin embargo todos sabemos que el empleo de la fuerza bruta produce sus frutos: como siempre, una pequeña pero activa minoría, desde el momento en que muestra arrojo y no hace economías con el terror, es capaz de intimidar a una gran mayoría que, sin embargo, se comporta de modo perezoso ante la coacción.

Y ello, poco a poco, va dando alas al violento, al extremista, al intolerante, que acaba así imponiéndose a los demás.

Hasta el momento Europa no ha reaccionado más que en los casos en que esa violencia se hace expresa en forma de atentados terroristas, pero no reacciona ante las pequeñas actividades de proselitismo, propaganda y extensión de los hábitos y principios de las comunidades foráneas.

Veamos varios ejemplos:

1.- La acusación de racismo en los supuestos en los que se quiere desarrollar actividades de comedores de caridad para los nacionales, en los que es paradigmático el affaire de París al que ya me he referido anteriormente.

2.- La permisividad en la construcción de mezquitas financiadas por fondos de países en los que la construcción de iglesias, e incluso la práctica del cristianismo, está castigada con la muerte (Arabia Saudí), línea en la que ya se han tomado iniciativas en Suiza.

3.- La permisividad de los poderes públicos (Junta de Andalucía) en casos como las reclamaciones musulmanas sobre la Catedral de Córdoba que da la casualidad que ha sido más siglos templo cristiano que mezquita musulmana.

4.- La permisividad en la escuela laica de signos externos de carácter religioso como son los velos islámicos mientras se proscriben los crucifijos.

5.- La financiación de menús kosher o halal en los comedores escolares en detrimento de las dietas propias tradicionales.

6.- La permanente definición como “Islamofobia” frente a cualquier movimiento de defensa de la identidad nacional propia.

7.- El relativismo cultural, que denigra la defensa de los propios valores sobre la base de que “todos los valores” son tan respetables como los propios, lo que en la práctica minusvalora los propios frente a los ajenos.

Son, efectivamente, pequeñas cuestiones, pero, con su efecto de gota china, tienen la capacidad de socavar los cimientos básicos de una sociedad, destruyendo su esencia propia en aras de una multiculturalidad que beneficiará a la cultura más primitiva y por ello más aguerrida y beligerante.

Sobre todo debemos tener en cuenta que la sociedad occidental defiende los valores de igualdad, justicia, no discriminación sexual, libertad religiosa y convivencia, que no son valores propios de la sociedad musulmana, por muy tolerante y no radical que esta sea.

Para llegar a asumir esa tolerancia, el Islam necesita al menos 600 años más de historia, un proceso de discusión doctrinal similar a lo que fueran la Reforma y Contrarreforma en el cristianismo,  y una evolución social y económica que todavía tienen muy lejos.

Para el Islam la definición del “hereje” sigue siendo hoy en día idéntica a la formulada por Castellio en la Suiza del s.XVI, hace casi 500 años.

«Llamamos herejes a aquellos que no están de acuerdo con nuestra opinión.»

Etimológicamente Islam significa “sometimiento”, es decir sometimiento literal al Corán ─como lo fue en su día la unívoca interpretación de la Biblia, monopolio de la Iglesia de Roma hasta la reforma─, y ello casa mal con las conquistas de libertad de conciencia y libertad de comportamiento individual, propios de las sociedades occidentales.

No olvidemos, tampoco, que el “Islam” llama al exterminio de los herejes como manifestación de la voluntad divina. Y como los calvinistas del s.XVI defiende la idea de que cerrar la boca a los herejes, dándoles muerte, no es un acto de violencia, sino de justicia “a mayor gloria de Dios”

En el año 1990 la 19ª Conferencia Islámica, formada por 45 países musulmanes, promulgó la “Declaración de Derechos Humanos en el Islam” [3] cuyo texto y desarrollo pueden encontrar pinchando en el texto resaltado en verde  , como pretendida respuesta a la, para ellos, inaceptable declaración de Derechos Humanos de la ONU de 1948.

En esta “Declaración de Derechos Humanos en el Islam”, se establecen principios que son esclarecedores en relación con la filosofía de fondo que subyace en la sociedad musulmana y en su relación con el resto del mundo, que, indefectiblemente lo hace incompatible con nuestra tradición occidental de raíces judeo-cristianas, liberales y democráticas.

Así, en primer lugar, el artículo 10º de esa declaración nos dice, como principio básico que inspira todo su texto, que: “El Islam es la religión indiscutible”

Y como corolario de ello el artículo 22 de la misma declaración añade:

“a) Todo ser humano tiene derecho a la libertad de expresión, siempre y cuando no contradiga los principios de la Sharía.
b) Todo ser humano tiene derecho a prescribir el bien, y a imponer lo correcto y prohibir lo censurable, tal y como dispone la Sharía Islámica.
c) La información es una necesidad vital de la sociedad. Se prohíbe hacer un uso tendencioso de ella o manipularla, o que ésta se oponga a los valores sagrados [del Islam] o a la dignidad de los Profetas. Tampoco podrá practicarse nada cuyo objeto sea la trasgresión de los valores, la disolución de las costumbres, la corrupción, el mal o la convulsión de la fe.”

Recordemos que la Sharía es la ley islámica, contenida en el Corán y en la tradición de los “hazid” —hechos o dichos del Profeta ratificados en su autenticidad por los Ulemas— y que en palabras del Ayatolá Jomeini:

«El gobierno islámico está sometido a la ley del Islam, que no emana ni del pueblo ni de sus representantes, sino directamente de Dios y su voluntad divina. La ley coránica, que no es otra que la ley divina, constituye la entidad de todo gobierno islámico y reina enteramente sobre todas las personas que están bajo ella.»

La consecuencia fundamental de todos esos preceptos es que la libertad de expresión queda sometida a la Ley Coránica. Y puesto que “El Islam es la religión indiscutible”, cualquier defensa de otra fe, o de cualquier idea ajena a las enseñanzas de “El Profeta”, no puede quedar amparada por el derecho a la libertad de expresión, convirtiéndose en hecho punible.

Por otra parte, llama la atención que el apartado c del artículo 22 de esta declaración, más arriba reproducido, prohíbe expresamente que la información pueda oponerse a los valores sagrados [del Islam] o a la dignidad de los Profetas.

Según Pedro Buendía en su comentario a la declaración de Derechos Humanos en el Islam, publicada en la página Web del Grupo de Estudios Estratégicos,  que podéis leer pinchando el texto resaltado.

“La parte más grave de la Declaración es aquella que afirma "Todo ser humano tiene derecho a prescribir el bien, y a imponer lo correcto y prohibir lo censurable". Bajo esta filantrópica expresión alcoránica ─“Al-amr bi-lma'ruf wa-n-nahi 'ani-l-munkar” “Ordenar el bien y prohibir el mal”─, la Declaración oculta un concepto islámico de la moral pública que, en el plano práctico, equivaldría a autorizar a todo el mundo a fiscalizar la vida de su vecino y, en última instancia, a emprender particularmente la acción política represiva. "Imponer lo correcto y prohibir lo censurable" es, en efecto, una parte esencial del programa político del yihadismo internacional, y desde luego es una conducta que han aplicado los regímenes musulmanes más represivos, como el sudanés, el talibán, el iraní o el de Arabia Saudí, donde incluso hay departamentos de policía moral con ese nombre "Al-amr bi-l-ma'ruf wa-n-nahi 'ani-l-munkar". “Promoción de la Virtud y prevención del vicio”

Pues bien, si consideramos estos principios, que aparecen en el mundo islámico como esencia de la filosofía que debe presidir la vida de todo “buen musulmán” y su relación con los no creyentes, difícilmente podrá nunca llegar a concretarse un entendimiento razonable entre Occidente y el Islam, por mucho que el ejercicio de la tolerancia y una visión infantilmente progresista de las relaciones entre ambas culturas, o PENSAMIENTO ALICIA en acertada expresión de Gustavo Bueno así lo pretenda.

Pero es que, además, y aunque la cita del “Libro” me ponga en el punto de mira de los integristas ─lo que no me va a arredrar para ejercer mis derechos de occidental a la libertad de pensamiento y de expresión─ es el propio Corán el que insta a la violencia contra los cristianos y lo hace, esencialmente en varios versículos de la Sura “Al taueba” (El arrepentimiento), o Sura 9ª, entre los que destaca el siguiente:

“9,5 Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociadores ─concepto usado por Mahoma para referirse a los Cristianos pues considera politeísmo por asociación el dogma de la trinidad─ dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes!”

Y mientras tanto, esta Europa nuestra, adocenada, adormecida en su confort y en su espíritu pacifista, pactista y perezoso, olvidando la realidad de la amenaza que nos acecha, seguirá tratando de apaciguar a la bestia, hasta que, en un descuido, la bestia nos devore…

Algunos, sin embargo, seguiremos haciendo nuestras las palabras de Séneca:

            “Aunque caigamos en tierra combatiremos de rodillas” [4]

Y es desde esa actitud desde la que debemos plantearnos los límites de la tolerancia y de los derechos de los demás, precisamente cuando entran en conflicto con nuestros derechos y la tolerancia que respecto de los mismos se mantiene por los otros, por los “diferentes”.

La sociedad occidental se ha basado en este punto en el respeto escrupuloso hacia las opiniones, creencias y hábitos de vida de los que son diferentes a nosotros pero ello sobre el entendimiento que esos otros diferentes habrían de mantener idéntico respeto hacia nuestras propias opiniones, creencias y hábitos de vida, reciprocidad que se va perdiendo en nuestros días en beneficio de las culturas inmigradas, esencialmente el Islam.

Así, se han superado, desde la edad media, las guerras de religión, y desde la Segunda Gran Guerra las luchas ideológicas a sangre y fuego que arrasaron nuestro continente.

Sin embargo, en un mal entendido concepto de tolerancia, curiosamente intenso en las posiciones más extremas de  la izquierda, se nos ha ido llevando por un camino equivocado en el que la tolerancia impondría el respeto no ya solo hacia los hábitos y creencias de los demás, sino que incluso se llega a interpretarla como una exigencia de pasividad frente a los ataques más feroces a nuestras propias convicciones, hasta el punto que, por ejemplo, el semanario CHARLIE HEBDO ha cometido auténticos delitos de calumnia no solo contra el islam, sino también contra el judaísmo y el cristianismo, y se nos impone la idea de que debemos respetar sus insultos sobre esa malentendida, por excesiva, tolerancia, en aras de una sacrosanta libertad de expresión.

Pero es que, además, esta construcción claramente antidemocrática, se ha realizado sobre bases injustas por discriminatorias, pues, por ejemplo, mientras que cualquier broma o negación sobre el holocausto judío o la mera exhibición de simbología nazi provoca una inmediata condena penal ─lo cual me parece bien─, no ocurre lo mismo con el igualmente asesino y genocida comunismo, por el mero hecho de haber sido parte del bando vencedor en la II Guerra Mundial,.

Hace unos días, en una poco acertada aunque realista expresión rioplatense el Papa ha dicho:

“Quien te nombra a la madre se arriesga a recibir un puñetazo”

Desafortunada porque podría malinterpretarse como una defensa de la violencia frente a los ataques que puedan sufrir nuestros principios, cuando su pensamiento de fondo no es ese.

Como dijo un amigo es más una expresión de un cura párroco que de un Papa.

Pero en su esencia se esconde una verdad dura pero realista: No tenemos por qué permitir los ataques a nuestras convicciones, principios o modo de vida por parte de quienes tienen otros, dando preeminencia a los suyos sobre los nuestros.

La tolerancia no implica renunciar a la defensa de nuestros principios, valores o modo de vida. Ni la libertad de expresión de los otros diferentes ampara sus ataques a nuestras creencias.

La revista católica francesa “L'homme Nouveau" publicó el 3/01/2015 un artículo en que se decía, en la línea de lo expresado:

"Yo no soy Charlie: la libertad de expresión y la libertad de prensa no dan derecho a insultar, despreciar, blasfemar, a pisotear o burlarse de la fe o de los valores de los ciudadanos, ni a atacar de modo sistemático a las comunidades musulmana o cristiana. «Una viñeta es un disparo de fusil», dijo Cabu, uno de los dibujantes de la revista asesinados.”

Y yo añadiría la frase bíblica “Quien a hierro mata, a hierro muere”

Y ¿Por qué esta afirmación?, pues porque “Charlie Hebdo” se preciaba de despreciar y ofender a todas las religiones, incluido el cristianismo, siempre con abuso de la libertad de expresión, y desde posiciones antisistema radicales de izquierdas.

 He aquí una muestra de dos de sus inadmisibles portadas:



En su blog Miguel Vidal  lo dice de un modo más directo, por si alguien prefiere otro estilo:

"Charlie Hebdo me repugna. Y la supuesta religión que dicen profesar quienes han cometido el atentado me repugna. Pero ni la repugnancia que me produce esa publicación justifica el crimen, ni la justificación religiosa del atentado exime a sus autores de ser considerados miembros de una secta criminal.”

En cualquier caso no deberíamos olvidar nunca que TOLERANCIA no es sinónimo  de SUMISIÓN A LOS OTROS, aunque la Biblia como dice G.K Chesterton:

 «Nos enseña a amar al prójimo y a amar a nuestros enemigos: probablemente porque se trata de la misma gente». [5]

Si bien, mis heteróclitas convicciones me hacen mantenerme en un difícil equilibrio entre el Jesús que ante la agresión aconseja no reaccionar con otra agresión sino poner la otra mejilla, y el que expulsó airadamente a los mercaderes profanadores del Templo conminándoles a abandonarlo con la advertencia "No consentiré que convirtáis en un Mercado la Casa de mi Padre" .

Y es, desde ese equilibrio entre la firmeza y la no violencia, desde donde no deberíamos consentir que los musulmanes conviertan nuestras calles en un zoco, nuestras iglesias en mezquitas y nuestras libertades y su trasunto a nuestros hábitos de vida ─conquistadas en un arduo y largo proceso histórico─ en actos catalogados de herejías dignas de ser castigadas con la muerte decretada por un ulema.




[1] Voltaire: Tratado sobre la Tolerancia; Ed Espasa
[2Stefan Zweig; “Castellio frente a Calvino”; Ed. Acantilado
[4] SÉNECA; de Providentia, c. 2. vencido. Claudiano, De sexto consulato Honorii. v. 248.
[5] G.K.Chesterton:  Ensayo publicado el 16 de junio de 1910 en  Illustrated London News