A diferencia de Chateaubriand hablo frecuentemente de mis intereses, de mis emociones, de mis trabajos, de mis ideas, de mis afectos, de mis alegrías, de mis tristezas, sin pensar en el profundo tedio que el francés temía causar a los demás hablandoles de si mismo.
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lunes, 2 de octubre de 2023
CUANDO LLEGUE EL ALBA
Llevamos tiempo, todos, deseando ver esa luz al final del túnel —esa luz del amanecer— y todos pensamos que cuando llegue el alba tendremos otra vida, al menos no peor de la que tenemos ahora.
El pasado 23 de julio se celebraron elecciones generales cuyos resultados, analizados ya desde todas las perspectivas ideológicas, supuso, para quienes deseábamos un cambio de gobierno, una nueva tormenta que amenaza con ocultarnos ese amanecer deseado.
Debemos reconocer que las erráticas políticas de Sánchez no dejaron de provocar un pacífico campanazo social que movilizó las conciencias en torno a la idea de que “las cosas tienen que cambiar” y que, pese a las esperanzas de la izquierda de que la derecha sería derrotada en las elecciones municipales, el efecto fue el contrario y los ciudadanos se manifestaron también electoralmente por esa necesidad de cambio.
Sin embargo ese efecto, por razones de todos conocidas y en las que no voy a entretenerte, ese cambio deseado, no ha llegado a producirse en las elecciones generales de 23 de julio.
Y no es que piense que Núñez Feijoó sea el portador de las formulas capaces de solucionar todos los males que padecemos, pero al menos era garantía de que no continuaríamos por la senda del disparate sanchista, aunque no podemos olvidar que el hombre-masa de Ortega es el Individuo normal enfermo de estupidez dirigido por otros estúpidos más avispados.
Efectivamente, en
su obra "La revolución de las masas", Ortega y Gasset analiza el concepto de hombre-masa, que no es un individuo promedio, sino alguien que encarna
las características y tendencias de la sociedad moderna, una sociedad que
valora la conveniencia, la mediocridad y la uniformidad por encima de todo.
Una de las ideas clave desarrolladas por
Ortega es que el hombre-masa está "ahíto de estupidez", pero, siendo
consciente de su propia falta de profundidad, en lugar de esforzarse por
superarse a sí mismo, se contenta con su mediocridad y acepta ser manipulado y
controlado por otros individuos más astutos, pues es fácilmente influenciable,
incluso manipulable, por las ideas y opiniones de aquellos que ostentan el
poder.
Esta tendencia se ve exacerbada por los
medios de comunicación, que desempeñan un papel importante en la configuración
de una visión sesgada —al servicio del poder— del mundo y de las preferencias de
los ciudadanos, que, al final, como masa, buscan ajustarse a las normas
e ideales sociales inspiradas en su provecho por el poder, a menudo a expensas de su propia libertad.
En este sentido, el hombre-masa es un
participante pasivo en la sociedad, que carece de las habilidades de
pensamiento crítico y de independencia y profundidad intelectuales para cuestionar
y desafiar el status quo.
Ortega
argumenta que el hombre-masa es el resultado del declive del elitismo y la
erosión de los valores y jerarquías tradicionales y advierte contra los
peligros de una sociedad que prioriza las opiniones y preferencias emocionales de
las masas sobre la experiencia y la sabiduría racionales de unos pocos.
Y eso ha dado lugar a los resultados electorales del 23 de julio que hoy todos lamentamos.
Ahora, constituidas las Cámaras el 17 de agosto y nombrada la extremista Francina Armengol como Presidenta del Congreso con el voto favorable de todo el mundo Frankenstein —incluido el disparate de las "lenguas vernáculas"— parece que todo vaya a derivar, gracias a aquella actitud del hombre-masa electoralmente consagrada, en la renovación del Gobierno Sanchista, por lo que elevo al cielo una plegaria
"Que Dios nos pille confesados".
Para comenzar, recordemos que el pasado día 31 de agosto la reunión celebrada por Feijóo con Sánchez fue resumida por el primero de ellos diciéndonos:
"Sánchez no quiere un pacto de Estado, sino pactos con JUNTS, ERC, PNV Y BILDU"
Durante los pasados días 26 y 27 hemos asistido al debate de investidura del candidato propuesto por el Rey para ocupar la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijoo.
Las notas más destacables de este debate han sido las siguientes:
• Un discurso formal y apasionado del candidato, contundente y directo con críticas ciertas y directas a Sánchez, fundamentalmente por su posible y más que probable cesión de una amnistía y un referéndum de autodeterminación a los catalanes con la finalidad de obtener el apoyo parlamentario de JUNTS y ERC a su investidura.
• La inexistencia de una mayoría parlamentaria suficiente para proclamar a Núñez Feijoó Presidente del Gobierno de.
• La incomparecencia del Pedro Sánchez en la respuesta al Candidato, que fue delegada en el impresentable y embarrador exalcalde de Valladolid, Óscar Puente, un mediocre resentido y extremista lacayo de Sánchez.
Aquellas cesiones inconstitucionales pretenden ser amparadas por el sanchismo con una "aplicación interpretativa" de nuestra Constitución, sin que podamos olvidar las manifestaciones de José Manuel Otero Novas:
"La «aplicación interpretativa» de la Constitución de Weimar sirvió de cobertura para el establecimiento de Adolf Hitler."
Veremos ahora como Sánchez cede, o no, a las pretensiones inconstitucionales de los independentistas.
Y termino está reflexión con un nuevo vídeo musical con la canción "Cuando llegue el alba" del payador argentino Jorge Cafrune.
Los que nos consideramos liberales sólo vemos una salida a esta locura sanchista: la calle, la calle y de nuevo la calle. Que la voz de los españoles de bien grite alto y claro pero que sea multitudinaria y además, a poder ser, diaria.
Los que nos consideramos liberales sólo vemos una salida a esta locura sanchista: la calle, la calle y de nuevo la calle. Que la voz de los españoles de bien grite alto y claro pero que sea multitudinaria y además, a poder ser, diaria.
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