La aprobación parlamentaria de la Ley del Aborto promovida, con alborozo, por la Ministra Aído y sus secuaces feministas del Gobierno Zapatero, me traen a la memoria unas palabras del hoy Papa Benedicto XVI pronunciadas en Madrid el 16 de febrero de 2000, siendo entonces cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dentro de los actos del Primer Congreso Teológico Internacional, organizado por la Facultad de Teología «San Dámaso», sobre la encíclica «Fides et ratio» que Juan Pablo II dedicó las relaciones entre fe y razón; Las palabras de Ratzinger fueron las siguientes:
“Cuando Flores d'Arcais (1) reprocha a la encíclica del Papa consecuencias mortíferas para la democracia, e identifica su enseñanza con el tipo "fundamentalista" del Islam, argumenta remitiendo al hecho de que el Papa ha calificado como carentes de validez auténticamente jurídica las leyes que permiten el aborto y la eutanasia. Y afirma que quien se opone de este modo a un Parlamento elegido e intenta ejercer el poder secular con pretensiones eclesiales, muestra que el sello de un dogmatismo católico permanece esencialmente estampado en su pensamiento.
Tales afirmaciones (de Flores D’Arcais) presuponen que no puede haber ninguna otra instancia por encima de las decisiones de una mayoría (políticamente conformada en forma de Parlamento).
La mayoría coyuntural se convierte en un absoluto. Porque de hecho vuelve a existir lo absoluto, lo inapelable. Estamos expuestos al dominio del positivismo y a la absolutización de lo coyuntural, de lo manipulable.
Si el hombre queda fuera de la verdad, entonces ya sólo puede dominar sobre él lo coyuntural, lo arbitrario.
Por eso no es "fundamentalismo", sino un deber de la Humanidad proteger al hombre contra la dictadura de lo coyuntural convertido en absoluto y devolverle su dignidad, que justamente consiste en que ninguna instancia humana puede dominar sobre él, porque está abierto a la verdad misma.
Precisamente por su insistencia en la capacidad del hombre para la verdad, la encíclica es una apología sumamente necesaria de la grandeza del hombre contra lo que pretende presentarse como la cultura "tout court".
Efectivamente, la izquierda progresista, dogmática, intolerante y radical, de talante netamente bolchevique, que anida en el Gobierno de la Nación y su entorno, y que constituye una autentica “secta” que tiene secuestrado al PSOE, es la primera en articular esta actitud de considerar verdad y bien absoluto e indiscutible todo aquello que apruebe el parlamento y por tanto deslegitima cualquier crítica que contra las decisiones de este puedan elevarse desde sectores disconformes de la Sociedad.
Y digo de talante “bolchevique” porque sus manifestaciones, desde la izquierda, se asemejan a las de los nazis.
¿Quieren mis lectores una prueba de lo que digo?
En 1939 Adolf Hitler, ya Fürher de Alemania, después de haber ganado legalmente unas elecciones parlamentarias, manifestó en el Congreso de Nüremberg de las Juventudes Nacional Socialistas:
“Es cierto que los judíos son una raza, que son seres vivos, pero no podemos admitir que se les considere seres humanos pues no hay base científica para ello.”
La Ministra de Igualdad del Gobierno Español doña Bibiana Aído, manifestó en 2009, ante los “miembros y miembras” del Parlamento, durante las discusiones previas a la aprobación de la “Ley del Aborto” que:
“Es cierto que el feto es un ser vivo, pero no puede decirse que sea un ser humano, pues no existe base científica para ello”
Y no olvidemos que desde el Gobierno y la “secta” se han tachado las manifestaciones contrarias a la mencionada “Ley del Aborto”, que han movilizado a cientos de miles de españoles en todo el territorio nacional, como demostración de la existencia de un sector fundamentalista y antidemocrático, o sea “fascista”, en la Sociedad española.
Otra de las tácticas dialécticas habituales de la “secta”: la descalificación y el insulto al contrario como técnica de elusión de la crítica.
(1) Paolo Flores d'Arcais (Cervignano del Friuli, Italia, 1944) Filósofo, periodista y editor italiano, de ideología laicista y ateo militante, cuyos ensayos se inspiran frecuentemente en el pensamiento de Albert Camus y Hannah Arendt.
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