Según el catedrático y economista
Peter F. Drucker:
"Si quieres hacer algo nuevo, tienes que dejar de
hacer algo viejo"
Cada X
cientos de años, en la historia occidental se produce una fuerte transformación.
En unas pocas décadas, la sociedad, su cosmovisión, sus valores básicos, sus
estructuras sociales y políticas, sus instituciones claves, se reorganizan a sí
mismas... En efecto la sociedad deja de hacer lo que le era habitual (algo
viejo) y enfrenta la realidad desde perspectivas diferentes (algo nuevo), desde
una forma nueva de hacer.
La
caída del imperio romano y la invasión de Europa por los bárbaros; La
desaparición del feudalismo y la aparición de las Naciones modernas; la Reforma
en el cristianismo; La revolución francesa y Napoleón; La caída de las
Monarquías y el transito al Estado democrático moderno; el enfrentamiento de
los totalitarismos con la democracia; los procesos de emancipación colonial; etc…
Son algunos ejemplos de esos procesos de transformación.
Cincuenta
años después de concluido cada proceso de transformación, surge un nuevo mundo,
y las personas entonces no imaginan como era el mundo en que vivieron sus
abuelos...
En estos momentos esa
transformación se centra en el tránsito de la La sociedad
capitalista a la sociedad del conocimiento y la comunicación.
En un sistema capitalista,
el “capital” es el recurso de producción crítico y
está totalmente en oposición, hasta en “lucha” con el “trabajo”.
En la sociedad
postcapitalista, hacia donde nos estamos dirigiendo muy rápidamente, será el
“saber” ─ que no puede ser comprado con dinero ni creado por capital de
inversión─ y no el capital, el recurso clave.
Ello dará lugar a una economía
diferente, la economía del conocimiento y la comunicación, cuyo protagonista será
el operador del conocimiento y las comunicaciones, y todo ello con unas implicaciones
mayores de las que podemos pensar en la actualidad.
Entre otras consecuencias
decisivas está la desaparición de la dialéctica de la lucha entre “capital” y
“trabajo”, con las inmensas consecuencias que ello tendrá a efectos de
“reorganización” del “equilibrio entre poderes” que se centrará en la
dialéctica “Conocimiento vs Ignorancia” frente a la dialéctica “Capital vs
Trabajo” en que hemos vivido desde mediados del s.XIX.
Por ello la crítica del
neomarxismo al sistema capitalista es ya algo completamente desfasado, aunque
siga durante años dando coletazos, la dialéctica no va a volver a ser la pugna
“Capital vs. Trabajo” y las posiciones anticapitalistas de los partidos de
izquierdas, completamente desnortados ante una Sociedad que ha logrado las
cotas de nivel de vida y bienestar que actualmente se disfrutan en occidente
─jamás soñadas en el pasado─ se diluirán como un bloque de hielo en una
corriente primaveral, al no entender que el tránsito histórico que vivimos y el
mundo que nos depara el futuro, es precisamente el de la “Sociedad del
Conocimiento y la Información”, que permitirá mejorar aún más las condiciones
de vida, de todos los ciudadanos del planeta, con los avances tecnológicos y
sociales que del conocimiento van a desprenderse.
Sin embargo, este nuevo
paradigma social no estará exento de críticas y de enemigos.
Los operadores del
conocimiento y la información serán élites que dominarán en la práctica todos
los recursos de la Sociedad, y naturalmente, en una tendencia nefastamente
humana, la de la ambición y la codicia, se constituirán en una nueva clase
dominante, y no lo serán a título individual, sino a través de grandes corporaciones
e instituciones multinacionales de ámbito global.
Ya lo hemos comentado en
nuestro Post “NUEVA IZQUIERDA vs NUEVA SOCIEDAD LIBRE”:
Los marxistas
contemporáneos consideran que La
esclavitud se realiza hoy en una sociedad fuerte y rica, que permite al
hombre desenvolverse y satisfacer mejor que nunca las necesidades materiales y
culturales. Por eso el socialismo tiene que hacerse hoy más utópico que nunca,
tiene que afirmar que su ruptura es una ruptura total con la historia, un
rompimiento radical, un ir hacia el reino de la libertad que solamente puede
lograrse si destruimos de raíz la sociedad actual, con todos sus fundamentos
culturales. Hoy luchar contra la sociedad opulenta es precisamente intentar
abolir los sistemas constituidos de servidumbre. Y eso sólo pueden hacerlo mediante la afirmación de los
valores cualitativos. La sociedad moderna, en todo su desarrollo, significa la
transición de la servidumbre de la miseria a una servidumbre que esta Nueva
Izquierda considera peor: la servidumbre voluntaria, que
acepta, con los valores, maneras y formas de vivir que la sociedad opulenta
ofrece, y consideran que todo ello puede llevar al peligro de que el hombre se
resigne a ser dócil y obediente y abandone su actitud radicalmente negativa,
negadora, revolucionaria, única actitud capaz, según ellos, de movernos hacia
el futuro.
Lo que ocurre es que esa actitud es que ─para la
Nueva izquierda, que aún no es consciente del cambio drástico a que nos
enfrentamos─, una sociedad que satisface crecientemente las
necesidades del hombre es una sociedad represiva, contraria a la auténtica
libertad, porque al crear una existencia humanamente satisfactoria, destruye en
el hombre su capacidad de negación, su actitud negativa ante los valores que
ellos llaman burgueses, que son los valores de la civilización occidental, que
son, en último término, los valores humanistas, los valores cristianos, los
valores cuya defensa habría de unirnos de cara a defender nuestro futuro como
sociedad libre.
En tal sentido debe
advertirse como el socialismo marxista pretende destruir los poderes económicos
y sociales para asegurar la libertad a todos los seres humanos y el medio que
utiliza es una política de dirección e intervención estatal que conduce a la
radical funcionarización de la vida humana y esa funcionarización tiene una
consecuencia de radical gravedad: El abandono del propio destino.
"La vida humana
─escribe Torcuato Fernández-Miranda- es radical intimidad, mismidad, destino
propio, peculiar, infungible, intimo. Así como nadie puede morirse por mí, soy
yo el que tengo que morir mi muerte, así de la misma manera sólo en mi radical
intimidad puede mi vida ser vivida. Renunciar a esta radical intimidad, al
propio destino de nuestra vida infungible, para asumir un destino ajeno,
enajenar nuestra vida, es dimitir del modo más absoluto de la vida humana y
aceptar la peor de las esclavitudes".
El socialismo marxista
amenaza tanto la libertad cuanto algo más radical: La intimidad, la posibilidad
de vivir cada uno dentro de sí mismo, en ese castillo interior que es el alma y
la vida del hombre.
"El concepto de
intimidad quiere subrayar esto: Cada hombre tiene su propio destino, su
vocación específica, infungible. Pretender, por tanto, funcionarizar al hombre,
estandarizarlo, uniformar su vida bajo la igualdad de una normatividad
igualitaria, es desconocer lo que la vida tiene de infungible y hacer imposible
la vida concreta de cada hombre para designar la cual hemos empleado la palabra
intimidad.” (TFM)
Al final es otra forma
de sojuzgar al hombre en Sociedad, despersonalizarlo, hacerlo número y masa
gobernable por la élite neomarxista instalada en el aparato del Estado, y ello
con una finalidad, la imposición de un “pensamiento único” que adocene y someta
al individuo negándole su “libre albedrío” en aras de una igualdad utópica de
todos.
Y la “Sociedad del
Conocimiento” es un nuevo escollo para esa doctrina, pues el acceso de todos a
la información, a la cultura, al conocimiento, los hará no cada vez más
iguales, sino cada vez más libres, salvo que se unifique el mensaje, se
dosifique y adoctrine el pensamiento mediante el control de esa Sociedad,
mediante el control de los “Trabajadores del Conocimiento”, lo que ya ha
comenzado a intentarse, afirmando que la verdadera cultura es de izquierdas,
que el verdadero conocimiento es el previamente sometido a censura y legitimado
por la izquierda, retorciendo torticeramente la “realidad histórica” para legitimar,
sólo, “Su” verdadera historia.
Y es aquí donde los “demócratas” debemos esforzarnos
en la defensa de la libertad de conciencia, la libertad religiosa, la libertad
de Cátedra, la libertad de expresión, la libertad de información, la libertad
de creación artística y cultural; en definitiva, de los derechos fundamentales
que garanticen la libertad del conocimiento, rechazando las sectarias mentiras,
el adoctrinamiento y la censura.
Deshacer, en definitiva, el velo de control de esas
libertades que desde la nueva izquierda se nos quiere imponer.