Acabo de leer la noticia de que dos jóvenes musulmanes atacaron el pasado día 8 de junio, violentamente, a otro joven no musulmán en un autobús de París por el hecho de que este último se estaba merendado un bocadillo de jamón.
El argumento de los atacantes no fue otro que afirmar que se sentían ofendidos por la actitud del merendante, pues estaba, en presencia de fieles musulmanes apretándose un "sadwich au jambon", y el consumo de producto de animales impuros es "harar", es decir ofende a los creyentes.
El suceso podría no considerarse importante si la actitud de los creyentes de Alá no estuviesen concretándose en multitud de actos condenables a lo largo y ancho de Europa, poniendo en solfa los principios de nuestra sociedad occidental tolerante y de raíces cristianas.
El argumento de los atacantes no fue otro que afirmar que se sentían ofendidos por la actitud del merendante, pues estaba, en presencia de fieles musulmanes apretándose un "sadwich au jambon", y el consumo de producto de animales impuros es "harar", es decir ofende a los creyentes.
El suceso podría no considerarse importante si la actitud de los creyentes de Alá no estuviesen concretándose en multitud de actos condenables a lo largo y ancho de Europa, poniendo en solfa los principios de nuestra sociedad occidental tolerante y de raíces cristianas.
Podemos citar muchos antecedentes de lo que está ocurriendo, pero es llamativo el hecho de que hará un par de años la policía francesa clausurase un
comedor benéfico privado porque en él se servía sopa de cerdo a los
desamparados, lo cual fue considerado un acto “racista” por las autoridades
gubernativas galas, ya que se trata de un alimento que ni los musulmanes ni los
judíos pueden consumir por motivos religiosos.
Un tribunal parisino ha declarado, no obstante, que
aunque la práctica pueda considerarse discriminatoria, no puede prohibirse,
pues el referido comedor ofrece alimento gratuito a quien lo desee y lo
solicite, sin imponer a nadie el que tenga que comer cerdo.
La coña sin embargo tiene más enjundia.
Las “Pot au feux au cochon” servidas en estos comedores, responden a la finalidad de
algunas asociaciones ---naturalmente catalogadas de fascistas desde los
círculos del “progresismo dogmático”--- de alimentar a los indigentes europeos con preferencia a
los musulmanes, ---no creo que nadie se haya acordado de los judíos entre otras
cosas porque es grupo étnico entre el que se desconoce, al menos en Europa, la
existencia de indigentes---.
O sea, que lo que estas asociaciones pretenden, y así
lo dicen expresamente, es ejercer una discriminación positiva a favor de los indigentes europeos, a través de estas
denominadas “Sopas Identitarias”, frente a lo que estos
grupos consideran un “desmesurado interés público hacia los indigetes de origen musulmán, con
descuido hacia los europeos”, pues según ellos, la mayoría de indigentes de Paris, Niza
o Estrasburgo son “tan franceses como la Torre Eiffel”.
Pero resulta que según las autoridades francesas la
medida es xenófoba y racista, y han dado instrucciones a
la policía para que recurran a la sentencia que impide prohibir esta actividad.
Debemos aconsejar a las “hermanitas de los pobres” que rechacen, a partir de
ahora, la presencia de cerdo en cualquiera de sus menús; o sea que de los
sufridos bocatas de jamón, chorizo, salchichón, chopped, o panceta, (según las
generosas donaciones recibidas) que amorosamente repartían entre los
hambrientos: “nasti de nasti”; y cuidadín con
incorporar a sus cocidos u “ollas podridas” una sola raspa de tan suculento
cuadrúpedo, no vaya a ser que se metan en un lío por ofrecer su caridad “contaminada” a los discípulos de
Mahoma.
A partir de ahora los bocatas que sean de sardinas,
calamares, bonito o tortilla, aunque sean sensiblemente más caros que el cerdo;
y la carne, preferentemente de ovino, que haya sido sacrificada según el halal,
así que ya me veo a las monjitas acondicionando un espacio en sus conventos
para acomodar una “oficina de supervisión halal” a cargo de algún ulema, y así matamos dos pájaros de
un tiro:
1.- Evitamos que las pobres hermanitas, valga el
retruécano, sean acusadas de racismo.
y 2.- Alegramos la vida a Mansur Escudero, pues si
bien no le cedemos para sus rezos la mezquita de Córdoba, le vamos
acondicionando “ámbitos de participación” que dijera el bobo de Gapar Llamazares, en los
edificios que la Iglesia ostenta “ilegítimamente” ---pues ya se sabe que, como
el patrimonio de la UGT, que nunca fue suyo, tampoco el de la Iglesia debería
ser de esta---
No…, si el antecedente del motín ocurrido en un
albergue canario para ilegales, de los llegados en patera, porque la policía
les repartió bocadillos para atajar su desnutrición crónica, sin percatarse de
que lo hacían a la luz del sol y durante el ramadán, tenía que traer cola.
La reacción de estas asociaciones no es sino un
episodio más de la lucha por la identidad europea no musulmana, que las
autoridades pretenden atajar por racista, cuando lo cierto es que el cerdo ---Sus scrofa scrofa--- es un componente
habitual y tradicional en la gastronomía gala y en la de toda Europa.
Lo más lamentable del asunto es que mientras las
autoridades francesas se desviven para poner en marcha la medida de impulsar
que los colegios públicos franceses sean escrupulosos en ofrecer, a judíos y
musulmanes, alimentos admitidos y elaborados conforme a sus prescripciones
religiosas ---halal para los musulmanes y kasher para los judíos--- resulta que
lo que estas asociaciones denominan “sopas identitarias” provocan el escándalo.
Pues bien, vamos a prepararnos, pues si seguimos en
esta línea, tampoco podrá ofrecerse en los desayunos benéficos a los musulmanes
un mísero «croissant», pues tan delicioso bollito conmemora la victoria europea
sobre los ejércitos musulmanes en Viena en 1683 ---si os fijáis no es más que
un pan de Viena, dulce y con forma de luna creciente (croissant en francés)---.
Y que se preparen los ganaderos porcinos, cuyos cerdos
pastando en las dehesas pueden acabar siendo una imagen del pasado, al igual
que los platos típicos de todas las regiones españolas, como la fabada
asturiana, el lacón con grelos, el cocido madrileño, las secas con butifarra,
la olla aranesa, los duelos y quebrantos, o la sobrasada mallorquina…
Si los hijos de mahoma imponen sus exigencias
culturales-religioso-gastronómicas, la “Parabere” tendría que acabar siendo
reescrita y nuestra Sociedad acabaría siendo, quizás, más piadosa aunque a lo
moro, pero seguro que también más insípida.
Y en el Al Andalus, la tierra soñada de promisión, que
se vayan olvidando del finito, que es alcohol, la chacina y el jamón de pata
negra cortado muy finito…
Algo menos conocidas que tal intrascendente reflexión son las cifras del sector ganadero porcino.
Este sector supone el 33% de la producción final ganadera española, siendo su volumen de negocio anual de 3.600 millones de euros (algo más de medio billón de las antiguas pesetas) es decir, el 12% de la producción final agraria.
Los 2,3 millones de kilos de carne de cerdo que se venden en España representan más del 50% del
producto cárnico.
Según informa el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, España produjo en 1997 unos
20 millones de guarros.
Somos, pues, una potencia marrana dentro de la Unión Europea. Sólo nos supera Alemania, con cerca de 25 millones de cabezas, y marchamos muy por encima de Francia (15 millones y medio), Holanda y Dinamarca (11 millones y medio cada una) e Italia (8 millones).
El negocio del cerdo europeo supone el 12% de la producción agraria total del continente.
En cuanto al consumo de cerdo, y de acuerdo con las cifras del «Institute du Porc» francés1, en la Union Europea se consume un promedio de 43 kilos de cerdo por persona y año, siendo España el país europeo de mayor consumo porcino, con 64 kilos persona año, mientras que el Reino Unido es el de menor consumo con 25 kilos persona año, lo cual no es poco si pensamos que anualmente entre cuatro británicos se comen un «gochu» bien cebado de 100 kilos. Por su parte Francia se situa algo por debajo del promedio con 35 kilos persona año.
Asi que ya ven ustedes, con las veleidades proislamistas no solo ponemos en peligro nuestra identidad cultural, sino que si no nos andamos con pies de plomo pondremos tambien en peligro un tan saneado sector económico europeo como el porcino.
Pero las tonterías se producen en nuestro planeta mundo con una coincidencia de estupidez alarmante.
De norte a sur, y de este a oeste, nuestro mundo se ve sacudido por una ola de “corrección política” que sinceramente no sé donde acabará.
Leo en la prensa que la televisión de la Republica Popular de China (CCTV) va a censurar, dentro de lo posible, la presencia en su pantalla de nuestro amigo el cerdo, para no ofender, soliviantar o molestar a los 20 millones de chinos que profesan la religión musulmana.
Según informa la Agencia EFE, aunque la CCTV no ha anunciado oficialmente la limitación, ésta se ha descubierto a raíz de que a la empresa de alimentación Nestlé se le informara de que no se podría emitir en el país un anuncio televisivo que había preparado, en el que aparecía un cerdo felicitando a los chinos por el Año Nuevo Lunar del Cerdo, que oficialmente comienza el próximo 18 de febrero.
Sin embargo los problemas no sólo están ocurriendo en la China Continental, pues en Taiwán el imán de la Gran Mezquita de Taipei ha protestado al Gobierno de la isla por haberle mandado una tarjeta de felicitación de Año Nuevo del Cerdo en la que aparecían cuatro rosados cochinillos.
Recordemos que, según los últimos censos de población, China tenía en 2006 una población estimada de 1300 millones de habitantes, de los que aproximadamente el 90 por ciento lo son de la etnia han, cuya religión predominante es el budismo y el taoísmo, mientras que los 20 millones de musulmanes chinos están agrupados en numerosas minorías étnicas, entre ellas los hui (que habitan en todo el país) y los pueblos de Asia Central (uzbecos, turcomanos, etc…) que habitan en la región noroccidental china de Xinjiang.
O sea que la medida tiene por objeto preservar el buen humor religioso del 1,5% de su población, ¡¡¡y que se fastidie el restante 98,5%!!!
Loable intento cuando el año 2007 es, conforme al zodiaco-calendario chino, el año del cerdo, animal
que por aquellas latitudes es considerado símbolo de la fortuna, la prosperidad y la riqueza.
Así que los chinos van a vivir el año del cerdo sin cerdo. ¡¡¡ A ver como lo consiguen!!!, la pirueta
puede ser “morrocotuda”.
Y mientras estos acontecimientos se producen, encontramos otra historia interesante, y es que según anunció la Universidad de Agricultura de China, en su centro de la provincia de Hebei se logró concluir, con éxito, el pasado mes de agosto, la clonación de un cerdo, trabajos que, según los propios científicos chinos, abre una importante línea de investigación tendente a lograr que el cerdo sea un donante de órganos compatible para trasplantes a humanos.
No sé lo que van a decir los ulemas ante tamaño despropósito, ni cual vaya a ser su reacción frente a un humano al que se logre, en un futuro no muy lejano, trasplantar, por ejemplo, el corazón de un cerdo.
Seguro que según ellos sería preferible la muerte del desdichado antes de llevar en su pecho un corazón impuro.
vayamos a caer en el pecado de
dar de comer a nuestros prójimos mahometanos unos suculentos cerdos racistas.